De un tiempo a esta parte, las redes sociales se ha transformado en un importante vehículo para las denuncias ciudadanas principalmente por algunos factores que, bien utilizados, pueden ser una herramienta eficaz que es saludable para la democracia de un país.

En Chile 9 de cada 10 personas hacen uso regular ya sea de Facebook o Twitter, quedando por sobre el promedio continental, según un estudio de la Consultora ComScore, que justificó este dato con las facilidades de la población para acceder a internet, en PC personales o en los teléfonos móviles.

Por otra parte, se establece que la alta sociabilidad de los chilenos propician el uso masivo de las redes sociales, a lo que se suma la dispersión a través del territorio de familiares y amigos, que justifica aún más su utilización.

Sin embargo, a mi juicio se ven involucrados otros factores en el uso de Internet y que podrían explicar su penetración en Chile con un 40%, quedando como el quinto país a nivel mundial, según datos de Bitelia.

Tal como lo señala Aristóteles, el hombres es un ser eminentemente social que necesita de otros para vivir, y en ese sentido, las redes sociales cumplen a cabalidad esa carencia de contacto con otros, ya sea de manera simétrica o jerárquica dependiendo de la interacción.

Esto último se refleja en los distintos niveles de “influencia” dentro de la red social que determina el tipo de relación que establece con sus pares, que en “español” significa que una persona con pocos seguidores causará menos impacto con su información entregada, a menos que sea replicada por un “coloso”.

En la sociedad de la información en la que estamos insertos, cada persona siente la necesitad de entregar y recibir información de la manera más rápida posible, por lo que se produce un fenómeno de flujo constante y en donde las redes sociales pasan a ser elementos gravitantes.

De esta situación se desprende el arribo de los medios de comunicación a internet a través de Twitter y Facebook, pues además de competir por llegar con la información de manera oportuna, se beneficia con el “reportero” ciudadano que también pasa a formar un eslabón importante en la cadena noticiosa.

En términos simples, con las redes sociales los medios de comunicación ganan en temporalidad (tiempo en conocer la información y hacerla llegar al público), extensión (es posible saber de lugares remotos) y masividad (se llega a más personas en la medida que la noticia llega de manera personalizada a las cuentas en estas plataformas virtuales).

Dicho lo anterior, queda claro que las redes sociales pasaron a ser un elemento importante en lo que respecta a la información, no así en opinión donde se tiende a pensar que “la personas que no tienen Twitter, no puede tener opinión”.

Esta importancia ha sido capitalizada a destajo por la ciudadanía, sobretodo en lo referido a las denuncias ciudadanas. Hoy es más fácil sacar una foto o hacer un video, compartirlo con un medio de comunicación y esperar una solución, a realizar la denuncia por los canales tradicionales.

Si bien considero que ese empoderamiento de la ciudadanía de las redes sociales aún está en ciernes, ya es posible atisbar su creciente influencia en la agenda de los medios, abriendo una puerta impensada a la participación ciudadana, que por consecuencia, deriva en una democracia más saludable que pasa de un modelo representativo a uno participativo.

En términos simples, si un vecino se preocupa de fiscalizar que en su calle no existan baches, perfectamente puede transformarse en un “inspector” de las políticas de país, que el sistema de salud funcione, que se de garantías en la calidad de la educación pública, y que los recursos recaudados en los impuestos, sean usados con criterio.

Sin ser extremistas pero como ejemplo, la denominada “Primavera Árabe” debió su éxito a las redes sociales para su organización, entre otros factores.

En Chile el ejemplo más claro sucedió con la Termoeléctrica “Punta de Choros”, sin embargo no se logró el resultado con el polémico proyecto hidroeléctrico Hidroaysén. A pesar de lo anterior, creo que en la medida que la ciudadanía tome mayor conciencia del uso de redes sociales, podremos poco a poco mejorar nuestra democracia. Es sólo cuestión de tiempo.