La situación económica, no cabe duda, está remecida por los vaivenes de la volatilidad. Un día aparecen buenas noticias que anuncian una posible recuperación en Estados Unidos, que China no se va a contagiar de la crisis global y al día siguiente los ánimos se derrumban por nuevos acontecimientos en la Unión Europea y por la incertidumbre que asedia los mercados.

Ahora, esta semana sí que fue particularmente inestable. Justo cuando se estaban zanjando las tratativas para entregarle a Grecia el último tramo de platas con el fin de que no termine en quiebra, el Primer Ministro de este país notificó que iba a realizar un referéndum para que fuera la gente la que decidiera los recortes fiscales. La Eurozona – y el mundo – se fueron de espaldas y advirtieron que no iba a haber fondos para los griegos.

Pero, al día siguiente, Papandreu se retractó y eso, por supuesto, tuvo sus costos políticos. Pero, además, Italia está en la mira, quedó bajo supervisión del FMI y de la Unión Europea por su alto endeudamiento. Es decir, el mundo económico sigue conmocionado y Chile lo sabe muy bien: por primera vez, el Ministro de Hacienda, Felipe Larraín, habló de que hay que estar preparados “para lo peor”.

Para hablar de esto nos acompaña Alejandro Urzúa, economista, académico de la Universidad Andrés Bello.

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