Los niños infectados con el virus H1N1, que causó una pandemia de gripe en 2009, sufren un riesgo de mortalidad multiplicado por ocho si ya estaban coinfectados con staphylococcus aureus resistentes a la Metalicina (SARM), según un estudio publicado este lunes.

Durante la pandemia, un gran número de niños que previamente se encontraban bien de salud desarrollaron una neumonía grave y sufrieron deficiencias respiratorias, revelaron los autores de la investigación, publicada en la última edición de Journal Pedriatrics.

Este trabajo, el más extenso llevado a cabo sobre este tema en Estados Unidos, muestra que una coinfección con SARM es un factor determinante para aumentar netamente el riesgo de mortalidad entre los niños con gripe.

Hay un mayor riesgo de que los estafilococos áureos se conviertan en invasivos en el organismo en presencia del virus H1N1 de la gripe o de otros patógenos”, destacó la doctora Adrianne Randolph, del hospital infantil de Boston, autora principal del estudio.

“Estas defunciones entre niños coinfectados son una advertencia”, añadió.

Los investigadores detectaron que casi todos los menores coinfectados del estudio fueron también rápidamente tratados con vancomicina, considerada el antibiótico perfecto contra los SARM.

El hecho de que varios de estos menores enfermos hayan fallecido pese a este tratamiento es particularmente inquietante dado el crecimiento de las tasas de infección entre los niños en comparación con la población general.

Estos médicos manifestaron su esperanza de que los resultados de su trabajo incentiven la vacunación contra la gripe para todos los menores de seis meses a seis años y mayores aún. No existe una vacuna antigripal para los menores de seis meses, subrayaron.

“El virus H1N1 de 2009 no ha cambiado de forma notable desde entonces”, señaló uno de los principales coautores del estudio, el doctor Tim Uyeki, de los centros gubernamentales de control y prevención de enfermedades (CDC).

Se espera que este año haya infecciones gripales con el virus H1N1 en niños, que deben estar prevenidos con la vacunación (…), que ofrece una protección”, afirmó.

Para esta investigación, los médicos siguieron la evolución de 838 menores, probablemente infectados con H1N1, ingresados en 35 servicios de urgencias de hospitales pediátricos de Estados Unidos entre abril de 2009 y abril de 2010.

Los galenos que los trataron no pudieron saber en todos los casos si sus pacientes habían sido vacunados o no, pero la vacuna no estuvo disponibles hasta, como muy pronto, septiembre de 2009.

La edad media de los niños gravemente enfermos con H1N1 era de seis años. La mayor parte sufría deficiencias respiratorias y para dos terceras partes de ellos los médicos debieron emplear respiración asistida.

Sus enfermedades conocieron una rápida progresión y 75 de ellos (el 9%) fallecieron, dos terceras partes de los cuales en las dos semanas siguientes a su ingreso en el hospital.

Aunque la mayoría de los infantes gravemente enfermos con la gripe H1N1 sufría con anterioridad uno o varios problemas de salud crónica que aumentaron el riesgo, como asma o debilidad del sistema humanitario, 251 de los analizados (30% del total) estaban previamente en perfecto estado de salud, indicaron los investigadores.