Brasil debe equilibrar su relación comercial con China, su principal socio comercial, y no permitir que el sentimiento anti-chino de los industriales perjudique sus relaciones, destacaron economistas reunidos en Sao Paulo este jueves.

“Brasil gana muy poco (de esa asociación), China gana mucho más”, afirmó Matias Spektor, profesor de la Fundación Getulio Vargas, durante una conferencia sobre las aspiraciones de Brasil a convertirse en una potencia económica.

Los intercambios entre ambos países han crecido más de 2.300% en la última década, y mientras Brasil ofrece materias primas, China inunda el mercado con zapatos baratos, vestimenta, productos electrónicos, coches y motocicletas.

Para Spektor, Estados Unidos puede ayudar a Brasil a alcanzar una posición más firme a la hora de negociar con Pekín.

“Estados Unidos y Brasil son potenciales aliados. Washington puede ayudar a Brasil a negociar con Pekín en una posición más igualitaria”, agregó.

Para alimentar su creciente apetito por productos agrícolas y minerales, China a consolidado sus relaciones con América Latina en los últimos años, especialmente con el rico Brasil.

Pero con el aluvión de productos manufacturados chinos, los industriales brasileños pierden competitividad, lo que alimenta un sentimiento anti-chino, según Spektor.

“Muchos empresarios brasileños comprenden que China ofrece muchas oportunidades. (…) Debemos fortalecer a los empresarios brasileños”, señaló por su parte Charles Tang, presidente de la Cámara de Comercio e Industria Brasil-China.

Para Tang, Pekín no es responsable por los altos costos que deben asumir los industriales brasileños para producir, y que llevan a que los productos no sean competitivos frente a los importados chinos.

Entre enero y setiembre, el intercambio Brasil-China totalizó 57.600 millones de dólares, superando los 56.000 millones alcanzados en todo 2010, según datos oficiales.

La conferencia, organizada por la Asociación brasileña de empresas de tecnología de la información y comunicación (Brasscom) y la revista The Economist, reúne especialistas para analizar cómo Brasil puede convertirse en la quinta economía mundial en 2022.