El jefe de gobierno Silvio Berlusconi prometió acelerar las reformas para poner a salvo a la economía italiana de los embates de la crisis de la deuda, pero sus proyectos se ven limitados por una impopularidad récord y por los repetidos llamados a su renuncia o a la creación de un gobierno de emergencia nacional.

Un día después de la dramática caída de las bolsas europeas y en particular de aquella de Milán (norte de Italia), Berlusconi convocó de nuevo en Roma a sus ministros para limar las medidas anticrisis prometidas la semana pasada a sus aliados europeos.

Berlusconi espera llegar el jueves a la cumbre del G-20 en Cannes (Francia) con un primer plan de reformas económicas que tenga como principal objetivo reactivar el crecimiento económico y reducir la colosal deuda pública de 1.900.000 millones de euros (120% del PIB).

Según la prensa, entre las medidas que el gobierno entiende adoptar figuran la cesión de activos públicos, la reforma del mercado del trabajo, un plan para relanzar las regiones pobres del Sur, la simplificación de la administración pública e iniciar la liberalización de las profesiones.

El gobierno estudia otras medidas de “choque”, como la introducción de un impuesto sobre la fortuna o un tasa sobre las cuentas corrientes.

El ministro de Economía, Giulio Tremonti, se va a reunir también con el comité para la estabilidad financiera, en el que participan las mayores autoridades económicas italianas, entre ellas el nuevo “gobernador” del banco central, el Banco de Italia, Ignazio Visco.

La situación de Italia es dramática, ya que es uno de los países más expuestos a la crisis y el martes su prima de riesgo de disparó hasta cotas desconocidas desde el nacimiento del euro después de que Grecia anunciara la celebración de un referéndum sobre el rescate.

Los inversionistas, que temen el contagio de Italia, vendieron masivamente sus títulos con deuda italiana y sus valores bancarios.

El resultado es que las tasas italianas se dispararon a niveles récord y la Bolsa de Milán cayó en picada de cerca del 7%, algo que no se había visto desde el inicio de la crisis de la deuda en el 2008.

Este miércoles, la Bolsa sube y baja como un yoyó, pese a que el Banco Central Europeo (BCE) ha comprado más bonos italianos para relajar la tensión.

Por si fuera poco, el gobierno de Berlusconi no parece gozar de la confianza necesaria para aliviar la situación y su popularidad sigue cayendo, hasta situarse en un mínimo histórico del 22%.

La encuesta revela también que la oposición de izquierda en su conjunto tiene un 45,5% de intenciones de voto (3,5 puntos porcentuales más que en septiembre), frente a 35,5% del centroderecha.

“La era de Berlusconi se acabó”, decretó en un editorial el principal diario del país, Il Corriere della Sera, una opinión que comparten los líderes de la confederación de industriales, Confindustria.

Según la prensa italiana, Pier Luigi Bersani, líder de la mayor formación de izquierda, el Partido Democrático (PD), quien fue ministro de Desarrollo durante el gobierno de izquierda, comunicó a las autoridades competentes su disposición a encabezar un gobierno de emergencia.

“Italia necesita personalidades creíbles a nivel internacional”, aseguró Bersani.

El presidente de la República, Giorgio Napolitano, única autoridad que puede disolver el Parlamento o llamar a un cambio de jefe de gobierno, considera “improrrogable” la adopción de medidas eficaces contra la crisis y no se descarta que termine por constituir un gabinete de emergencia sin Berlusconi para evitar que el país precipite.