Veteranos militares de Guatemala demandaron este lunes que “cese la persecución” penal contra altos mandos acusados de genocidio durante guerra civil (1960-1996), entre ellos el ex dictador Óscar Mejía (1983-86).

La Asociación de Veteranos Militares de Guatemala (Avemilgua) “hace un respetuoso pero enérgico llamado a las instituciones responsables (…) para que se respete el debido proceso y cese la persecución de militares que en cumplimiento del mandato defendieron al Estado”, indicó en un comunicado.

De acuerdo con la asociación, la más conservadora del Ejército, los militares defendieron al Estado guatemalteco ante la “agresión armada realizada por facciones terroristas marxista-leninistas agrupadas” de la ex guerrilla.

El pasado 25 de octubre, Mejía, acusado de crímenes de guerra como genocidio, se entregó a la justicia después de días de estar prófugo y fue trasladado bajo custodia a un hospital militar, donde los médicos determinarán si puede ser interrogado.

Por la misma causa está detenido el general retirado y ex jefe de la Dirección de Inteligencia Militar, José Mauricio Rodríguez, mientras que el general Luis Enrique Mendoza, ex director de la Secciones de Operaciones del Ejército, permanece prófugo.

Héctor Mario López, ex jefe de Estado Mayor de la Defensa, es el único que ya está procesado.

Según organismos de derechos humanos, los delitos fueron cometidos entre 1982 y 1983, cuando Mejía era ministro de Defensa del también ex dictador y actual diputado Efraín Ríos Montt, a quien dio un golpe de Estado.

La Avemilgua negó que los militares tuvieran instrucciones de cometer “masacres o exterminio de algún grupo étnico en particular”, por lo que rechazó la acusación de genocidio.

Avemilgua pidió al presidente Álvaro Colom implementar el funcionamiento de tribunales para juzgar a los militares, pues se les está juzgando por civiles “que no son competentes” y “desconocen los términos más elementales, como es un plan de campaña”.

Los gobiernos de facto de Mejía y Ríos Montt son considerados los más cruentos de la guerra civil, que dejó 200.000 muertos o desaparecidos, según Naciones Unidas.