El excapitán de la marina de guerra de Argentina Alfredo Astiz, símbolo de la represión ilegal en la dictadura (1976-1983), y otros 11 militares, fueron condenados el miércoles a prisión perpetua por crímenes, torturas y secuestros, anunció el tribunal.

De acuerdo con la lectura del fallo, entre las víctimas de los condenados estuvieron las monjas francesas Léonie Duquet y Alice Domon, la fundadora de Madres de Plaza de Mayo, Azucena Villaflor, y el escritor y periodista Rodolfo Walsh, constató la AFP.

Astiz (59 años) y los excapitanes de marina Jorge ‘Tigre’ Acosta y Ricardo Cavallo, detenido y extraditado desde México en 2008, fueron sentenciados a prisión de por vida por crímenes de lesa humanidad cometidos en la Escuela Mecánica de la Armada (ESMA), un centro clandestino que alojó a unos 5.000 prisioneros políticos de los que sólo sobrevivieron un centenar.

Sobre el total de 18 acusados, dos fueron absueltos y 4 recibieron penas entre 18 y 25 años de prisión, además de las 12 condenas de por vida, tras un juicio que duró casi dos años.

El excapitán Astiz, conocido como “El ángel rubio de la muerte”, había sido condenado a prisión perpetua en ausencia en Francia (1990) e Italia (2007) y está considerado agente emblemático de la represión bajo la dictadura.

El exmilitar fue dado de baja en 1998 por haber declarado a la prensa que estaba en condiciones de “matar” y “poner bombas” si se lo ordenaran.

“La justicia es la base para una democracia. Los que han dado la vida en la dictadura no fue en vano. Es como una semilla. Son todos mártires”, dijo a la AFP en la puerta del tribunal la monja francesa Geneviève Domon, hermana de Alice Domon, cuya suerte aún se desconoce.

La sentencia a prisión perpetua alcanzó al almirante retirado Oscar Montes, excanciller del gobierno surgido de un golpe de Estado de las Fuerzas Armadas, con apoyo de sectores civiles y de Estados Unidos, en plena guerra fría.

Los comandantes decidieron en aquellos años eliminar en forma clandestina a militantes y simpatizantes de organizaciones armadas de izquierda como Montoneros (peronista) y ERP (marxista), además de sindicalistas, estudiantes y opositores al plan económico.

“Después de 34 años estamos llegando al final del largo camino recorrido junto con las familias que han mantenido vivo su reclamo y que a partir de las condenas podrán comenzar el proceso de duelo”, dijo a la AFP Horacio Méndez Carreras, abogado de familias francesas querellantes.

Frente al tribunal fue instalada una pantalla gigante desde donde centenares de militantes de derechos humanos y la organización HIJOS de víctimas de la dictadura celebraron con gritos y cánticos el fallo.

“Este juicio es producto de la lucha de años de los sobrevivientes y los organismos de derechos humanos”, dijo Myriam Bregman, abogada de la familia del escritor Walsh, visto con vida por última vez en la ESMA, tras ser herido en una emboscada.

Durante casi dos años el Tribunal Federal Oral 5 escuchó a 160 testigos que dieron cuenta del accionar de los marinos, cuya misión era infiltrar organismos políticos, secuestrar disidentes y torturarlos.

Decenas de prisioneros fueron arrojados vivos al mar desde aviones navales, según testimonios de participantes en los llamados “vuelos de la muerte” como el excapitán Adolfo Scilingo, condenado a prisión de por vida en España por crímenes en la dictadura.

El comandante de la Marina, miembro de la Junta y responsable de la ESMA fue el almirante Emilio Massera, condenado a prisión perpetua en 1985, indultado en 1990 y muerto en su lecho en estado vegetativo en 2010, con una enfermedad cerebral que le impidió volver al banquillo.

La ESMA ha sido convertida en Museo de la Memoria.

Astiz, quien se infiltró con nombre falso en la incipiente organización Madres de Plaza de Mayo en 1977, acusó al tribunal de “terrorismo judicial” y mostró durante el juicio una actitud desafiante, llevando en sus manos el libro “Volver a matar”, del periodista Juan Jofre.

Los restos de Duquet y Villaflor y de otras tres madres de desaparecidos aparecieron en una playa arrastrados por el mar y fueron enterrados como NN hasta que en 2005 pudieron ser identificados. Domon permanece desaparecida.

Unas 30.000 personas desaparecieron en la dictadura, según organismos de derechos humanos.