Según el Vicerrector de Docencia de Pregrado y académico de la Facultad de Psicología de la Universidad de Talca, Emilio Moyano, para mejorar la sensación de bienestar en la población y ser más felices se requiere avanzar en el desarrollo de políticas públicas dirigidas a fortalecer el bien común.

Sorpresa causó la noticia de que la encuesta Casen, la más importante que se realiza en el país, incluirá preguntas del tenor ¿qué tan feliz es usted? Lejos de ser un hecho anecdótico, la inclusión de este tipo de interrogantes da cuenta de la importancia que está cobrando este factor como motor del desarrollo humano.

La tendencia, que recién está aterrizando en nuestro país, es promovida por organismos como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) -al cual Chile ingresó en enero de 2010-, que hace unos días entregó el Índice de Bienestar con resultados muy poco alentadores para nuestro país.

Pero ¿cómo se puede medir la felicidad?, ¿qué importancia tiene hacerlo? El investigador Emilio Moyano, quien lleva años estudiando el tema, afirmó que avanzar en esa línea no sólo es posible, sino que, fundamental.

“A medida que la sociedad progresa, combate y reduce la pobreza, se despiertan necesidades de orden superior que ya no tienen que ver sólo con las necesidades básicas de pan, techo y abrigo, sino que tienen que ver con la realización personal y en ese aspecto parece haber una gran disconformidad y distancia entre lo que la gente espera y lo que logra”, explicó.

Agregó que “manifestaciones de eso es el grupo de los indignados que crece en el mundo, que sienten que las sociedades en que están cuidan la macroeconomía pero los procesos individuales de desarrollo parecen pobremente alcanzados. Entonces, aparece una discordancia entre lo que es el desarrollo económico de un país y el bienestar que la gente individualmente tiene”.

En ese orden, el académico subrayó que la experiencia ha permitido derribar el mito en cuanto a que alcanzar un mayor Producto Interno Bruto (PIB) es suficiente para asegurar el bienestar de un país.

“La OCDE tiene claro esto y dice que el PIB es insuficiente, es una buena medida para el desarrollo económico pero no más que eso. Es como usar el clima para medir la felicidad, decir que hay 24 grados implica que está agradable no más, no significa otra cosa”, indicó.

“Entonces no le pidamos al PIB que sea un indicador de felicidad porque no lo es, nunca lo ha sido, el problema es que en algún momento se nos vendió el discurso de que si crece la economía vamos a ser todos felices. Ese es un gran cuento que duró como 50 años pero que ya nadie cree”, sentenció.

Según Moyano, para mejorar la sensación de bienestar en la población y ser más felices se requiere avanzar en el desarrollo de políticas públicas dirigidas a fortalecer el bien común. “Empecemos a preguntarnos cómo provocamos felicidad en nuestros pueblos, cómo hacemos que la gente se sienta mejor. Esa es la interrogante e invitación de la OCDE”, dijo.

Sobre esa base, sostuvo que existe evidencia que demuestra que las culturas muy centradas en el utilitarismo y en el beneficio individual son menos felices. “Por lo tanto, hay una indicación a buscar el bien común y la asociatividad entre personas que no es la relación económica, sino humana”, acotó.

“Si las sociedades tienen PIB alto pero niveles de desigualdad muy grandes, con mucha desconfianza y disminución del capital social, aumenta la criminalidad y la violencia. En cambio sociedades que tienen PIB alto con menos desigualdad, menos distancia entre ricos y pobres, no sufren esas consecuencias”, aseveró.

Por otra parte, añadió que hay características que se han ido perdiendo y que sería altamente valioso rescatar. “Esa cosa que los latinos teníamos y que hemos ido perdiendo, convivencia que es la práctica social -por ejemplo, hoy nadie conoce a sus vecinos-, la diversión, el humor, como constitutivo de redes y capital social que tiene que ver con las relaciones humanas”, señaló.

Un estudio realizado por Emilio Moyano en 2006 permitía anticipar el quiebre entre crecimiento económico y felicidad. “Mostramos que en Chile, a medida que más crece, más aumenta el suicidio, ¿no dice algo eso?”, comentó.

“Dices pero cómo si este país crece económicamente, ¿y quién dijo que tenía que ver una cosa con la otra? La evidencia indica que hay gente feliz e infeliz entre ricos y pobres, por lo tanto, la variable económica no es una determinante”, planteó.