En una mediagua del campamento “El Molino”, Julio Salazar, instaló un taller dedicado a la fabricación de tablas de surf a pedido. Para su elaboración contempla el peso y estatura de quienes las usarán, con lo que elabora una plantilla que le permite crear tablas personalizadas.

Tras el terremoto el 27 de febrero, Julio perdió su hogar, ante ello decidió continuar su vida y emprender, fusionando el Diseño Industrial, carrera que estudió y su fanatismo por el agua, gracias a ello puede vender las tablas a quienes visitan la zona.

Desde el tsunami, ha fabricado diferentes tipos de tablas, que llevan su apellido como marca. Dice que quiere implantar su sello y posicionar la costa tomecina como un referente del turismo y del surf. “Hay varios amigos que las están ocupando, hasta profesionales. La gracia es que son únicas, ya que el cliente las hace a pedido. Les tomo la estatura, su peso, hago una lista para hacer la plantilla”, cuenta.

Julio es el único a nivel regional con una empresa de este rubro. “La Región del Bío-Bío es muy rica en costas y debe existir difusión para que la gente las conozca. Hay olas buenas y más de 27 playas que hay que aprovechar”, agregó a Dichato el Día.