El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, decretó este lunes el estado de calamidad nacional para enfrentar los daños causados por las inundaciones e intensas lluvias que azotan al país desde hace una semana y que han dejado ocho muertos y cerca de 134.000 afectados.

“Estamos decretando este estado de calamidad nacional con la seguridad de que (así) vamos a multiplicar más la solidaridad y que vamos a resolver más pronto los problemas que están enfrentando” miles de familias en Nicaragua, anunció el mandatario durante un acto en Managua.

Ortega informó que las lluvias, que azotan principalmente a la región del Pacífico de Nicaragua, han dejado hasta la fecha 133.858 personas afectadas en todo el país, sobre todo en Managua, Carazo, Granada, Chinandega, León, Madriz y Estelí, donde hay 15.000 familias aisladas por cortes de carreteras e inundaciones.

No obstante, aclaró que Defensa Civil ha tratado de abastecer con alimentos a las comunidades afectadas, tanto por tierra como en helicópteros.

“Hay poblados grandes, como San Juan de Limay, que están aislados” en el norteño departamento de Estelí, uno de los mas perjudicados, con anegaciones, casas destruidas, puentes caídos, daños en la red eléctrica y de agua potable, indicó.

Según el último reporte oficial, más de 3.000 viviendas y cerca de 300 km de carretera han sido dañados por las lluvias en Nicaragua.

“Por eso estamos llamando a una alerta nacional” y “orientando a todo el sistema de Defensa Civil que tiene el país”, que integran el Ejército, la policía, el Sistema de Prevención contra Desastres, los bomberos, la Cruz Roja y el sistema de salud, a trabajar en función de la emergencia, afirmó Ortega.

El gobernante también ordenó evacuar, si es necesario, a unas 600 familias que viven cerca Lago Xolotlán, al norte de la capital, debido a que el nivel de sus aguas creció a 42,30 metros sobre el nivel del mar, por encima de lo normal.

Defensa Civil, de su lado, prohibió este lunes a los turistas escalar el volcán Concepción en la Isla de Ometepe, ubicado dentro del gran Lago Cocibolca, por temor a posibles derrumbes de tierra o a que sean arrastrados por los sedimentos que acarrean las corrientes de agua en las laderas del coloso.