El XV de Francia debe vencer a la nación más potente del rugby, Nueva Zelanda, el domingo en su tierra, para ganar el Mundial, una hazaña lograda en 1950 en fútbol por Uruguay, que había ganado a Brasil (2-1), en el Maracaná de Rio, para lograr su segundo título planetario.

“Todo estaba previsto, menos la victoria de Uruguay”, declaró el presidente de la Federación Internacional de Fútbol (FIFA), Jules Rimet, tras el título charrúa en Maracaná en 1950, bautizado como “Maracanazo”.

Antes del partido, las probabilidades de triunfo de la “Celeste” eran tan elevadas como las del XV de Francia, que es el primer equipo que alcanza una final del Mundial de rugby habiendo perdido dos partidos.

Los títulos de la prensa brasileña de 1950 no tenían nada que envidiar a los de los diarios neozelandeses del lunes, que, como el Dominion Post, estiman que “Francia no tiene ninguna posibilidad de ganar la Copa del Mundo” el domingo en el Eden Park de Auckland contra los All Blacks, invictos hasta ahora.

“Estos son los campeones del mundo”, titulaba el diario brasileño O Mundo, un día antes del partido decisivo ante Uruguay en 1950, dentro de una liguilla final entre cuatro equipos.

Brasil sólo necesitaba un empate en ese partido para ganar su primer título mundial, tras haber aplastado a Suecia (7-1) y España (6-1), mientras que la Celeste debía vencer a la seleçao después de haber empatado con los españoles (2-2) y derrotado a los suecos (3-2).

Ni siquiera la federación uruguaya creía en un segundo título planetario de su equipo, 20 años después del logrado en casa en 1930.

“El día antes, tres o cuatro dirigentes hablaron con el capitán (Obdulio Varela), con (Roque Gastón) Máspoli, con (Eusebio Ramón) Tejera (…) y les dijeron que ya habíamos cumplido, que tratáramos de comportarnos bien dentro del campo y que tratáramos de que no nos hicieran más de cuatro” goles, contó en 2010 a la AFP Alcides Ghiggia, autor del tanto de la victoria uruguaya, que en la actualidad tiene 84 años.

El capitán uruguayo Obdulio Varela utilizó esta historia para motivar a sus jugadores en el tunel de acceso al terreno de Maracaná, construido para el Mundial de 1950, que estaba lleno (174.000 espectadores oficialmente, 200.000 oficiosamente).

El público brasileño había comenzado a festejar a sus héroes tras la apertura del marcador para Brasil por medio de Friaça (47), pero terminó llorando tras los dos goles uruguayos, marcados por Juan Alberto Schiaffino (66) y Ghiggia (79).

“A Maracaná lo callaron tres personas, el Papa, Frank Sinatra y yo”, repite desde entonces Ghiggia.