La heredera de L’Oreal y multimillonaria francesa Liliane Bettencourt, quien padece Alzheimer según un informe médico conocido el lunes, será puesta bajo tutela de su hija y nietos, decisión que supone su salida del consejo de administración del gigante de cosméticos.

Liliane Bettencourt, que esta semana cumplirá 89 años, será puesta bajo la tutela de su nieto mayor, Jean-Victor Meyers. Sus bienes y su patrimonio estarán bajo la tutela de su única hija, Françoise Bettencourt Meyers, de 58 años, y de sus nietos, declaró una de las abogadas de su hija, Charlotte Robbe-Phan tras una audiencia en un tribunal de Courbevoie, afueras de París.

Inmediatamente los abogados de Liliane Bettencourt, tercera fortuna de Francia estimada en 16.000 millones de euros, anunciaron que apelarán la decisión del tribunal que no obstante será aplicada.

“No tenemos otra opción que apelar esta decisión de puesta bajo tutela de Liliane Bettencourt a cargo de su hija y sus dos nietos”, declararon a la AFP su abogado, Jean René Farthouat, y su antiguo letrado Pascal Wilhelm.

El anuncio de la abogada de su hija se produjo horas después de que el sitio internet del diario Le Monde revelara un informe médico forense según el cual Liliane Bettencourt sufre de “demencia mixta” y de “la enfermedad de Alzheimer en un estado severo” con un “proceso degenerativo cerebral lento”.

La decisión judicial interviene dos días después de que Liliane Bettencourt, la mujer más rica de Francia amenazara con irse “al extranjero”.

“Si mi hija gana, me iré al extranjero”, aseguraba la multimillonaria que vive en el lujoso suburbio de Neuilly sur Seine (oeste de París) y que entre sus propiedades posee una residencia de verano en Formentera (Islas Baleares).

La puesta bajo tutela de Liliane Bettencourt le hará perder el cargo en el consejo de administración del gigante de cosméticos L’Oreal y la presidencia del holding que controla su familia en el grupo donde el segundo accionista con el 30% es el gigante alimenticio suizo Nestlé.

Los tres tutores de Liliane Bettencourt aclararon rápidamente en un comunicado que esta medida judicial no tendrá consecuencias en la gobernanza de L’Oreal y tampoco en “el equilibrio del accionariado”.

“Tratándose de L’Oreal, el holding familiar Téthys ejercerá el derecho de voto de la familia”, precisaron Francoise Bettencourt-Meyers y sus hijos que insistieron en “el profundo apego de toda la familia” al gigante de cosméticos.

Subrayaron que “la decisión no modifica en nada los acuerdos concluidos en 2004 entre la familia Bettencourt y Nestlé. Por lo tanto el equilibrio del accionariado y del consejo de administración de L’Oreal” se mantiene.

El poder político sigue muy de cerca la evolución del caso Bettencourt pues le preocupa que un grupo extranjero se haga con el control de L’Oreal presente en 130 países con marcas como Lancome, Garnier, The Body Shop, Giorgio Armani, Yves Saint Laurent y Diesel, un verdadero tesoro de la industria francesa.

“En este momento no haremos comentarios”, se limitó a indicar a la AFP una portavoz del grupo L’Oreal, interrogada tras la decisión de este lunes, que interviene cuatro años después de que saliera a la luz lo que en principio era un conflicto familiar.

Todo empezó en 2007 cuando su hija acusó al fotógrafo Francois Marie Banier de manipular a su madre que le hizo donacionaciones por hasta 1.000 millones de euros, entre éstos cuadros de grandes maestros y una isla en las Seychelles.

Pero en 2010 salieron a la luz grabaciones de conversaciones telefónicas de Bettencourt con sus asesores en las que hablaban de evasión fiscal, de la intromisión del Elíseo en el caso judicial y de sus vínculos con el ministro de Presupuesto y luego de Trabajo del presidente francés Nicolas Sarkozy, Eric Woerth, sospechoso de conflicto de intereses y de financiación ilegal.

Woerth, que debió salir del gobierno, había sido tesorero de campaña de Sarkozy encargado del “primer círculo” de donantes, entre éstos Bettencourt.

Esas sospechas, sumadas a una denuncia del diario Le Monde contra la presidencia por escuchas telefónicas ilegales de los periodistas que investigaban el escándalo Bettencourt, salpicaron al presidente Sarkozy, que por otra parte fue alcalde de Neuilly durante 20 años.