Mao Tse-Tung señaló en uno de sus escritos que sólo hace falta una chispa para incendiar una pradera. Ejemplo que se puede analizar con el “Siniestro” que ocurrió en aquella época china cuando el líder marxista fue derrotado, provocando que en sólo 3 meses se formara un ejército de 60 mil voluntarios, mientras otros cientos de miles se convertían en su logística.

Tras 12 años su campaña conquistó la totalidad de China continental, mientras que su rival, financiado por Estados Unidos y Gran Bretaña terminó refugiado en la isla de Taiwán.

Al cabo de los tiempos, de ese “incendio” casi no quedan rastros, hoy se observa una nación de casi 1500 millones de habitantes, de los cuales se estima que un 18% de la población disfruta de un estándar de vida similar al de Estados Unidos y Europa, es decir, en la China actual hay alrededor de 250 millones de personas que viven como ricos, siendo en número más que todos los habitantes de Alemania, Francia y Gran Bretaña… juntos.

De aquel “incendio”, que comenzó con una chispa y que todas las grandes potencias de la época profetizaron como un fracaso, de una u otra forma ha tenido lo que esas mismas grandes potencias occidentales llamarían un final feliz.

Actualmente somos testigos de un “incendio” que comenzó en Túnez como un humilde chisporroteo de la población indignada con sus políticos y que ahora, en apenas 8 meses, se ha convertido en una multitud de millones de personas en su mayoría, muy jóvenes, y todos lúcidos, resueltos y valientes movilizándose en más de 80 países en contra el sistema económico y político imperante.

Contra un sistema que parece algo indefendible, porque se está derrumbando sobre sus propias contradicciones… Por mucho que algunos políticos de renombre señalan que se realizan esfuerzos para evitar la caída de éste, y que significaría la derrota de miles de millones de personas.

Y respecto al “sistema”, algunos indican que más allá del endeudamiento conocido de naciones de la Eurozona, existe otro, que va más allá, relacionado con las operaciones especulativas de los bancos más poderosos del mundo, dentro de un sistema de derivativos, que, a grandes rasgos, les permite cerrar acuerdos comerciales con bienes que pueden cambiar su valor. Si aciertan, ganancias enormes, pero de lo contrario… grandes pérdidas.

Escucha aquí la crónica conducida y producida por Ruperto Concha.