Como una forma de evitar homicidios y abandonos en la vía pública de recién nacidos, surgieron hace 10 años en Austria los “Babyklappe”, una especie de buzón que permite entregar bebés en forma anónima y segura.

Corría el año 2001, cuando en ese país se acogió una modificación legal que despenalizó el abandono de niños en estos recipientes. Esto posibilitó que aquellas mujeres que no podían (o querían) hacerse cargo de los lactantes, pudieran dejar a sus hijos a la custodia de un tercero sin necesidad de informar su identidad.

Desde ahí, fueron 15 los hospitales de Austria que habilitaron el sistema, ofreciendo además asesoría jurídica y atención médica para que el parto se llevase a cabo en forma anónima.

Pero ¿cómo funciona esto?: En el centro asistencial se dispone de una pieza discreta con un casillero climatizado que se abre desde el exterior y es vigilado por una cámara de video. Una vez dejado el bebé en el cubículo, se activa una alarma en la unidad de cuidados intensivos de pediatría, y en un par de minutos personal de salud recoge al niño.

Quien entrega el bebé, jamás revela su identidad o rostro. Además, en el mismo recipiente la persona accede a un texto que explica cómo se puede contactar al hospital en caso de cualquier eventualidad, un sello de tinta para obtener la huella digital de la guagua, y un documento en caso de que los padres se arrepientan de entregarlo.

Según indica ABC, luego de que se cierra el canastillo, éste queda cerrado con un pestillo electrónico que impide volver a abrir el compartimento desde fuera.

Si bien este sistema ha sido avalado por muchos, también ha sido criticado. Y es que hay quienes cuestionan el hecho de que es imposible rastrear el origen de los lactantes abandonados.

Desde que se habilitó esta medida, 29 pequeños han sido dejados en estos buzones, mientras los partos anónimos ascienden a 249 hasta 2008, fecha en que se informó el último catastro.