Nueva Zelanda y Australia ultimaron este sábado la preparación para su enfrentamiento del domingo en una semifinal del Mundial de rugby que muchos han considerado como una final anticipada, entre los dos grandes de Oceanía, que se verán las caras por 143ª ocasión.

Francia, que ganó 9-8 este sábado a Gales, espera ya en la final, pero en los All Blacks y los Wallabies la preocupación parecía centrarse sólo en el encuentro del domingo.

Toda la semana, ambos se han dedicado a quitar importancia a los precedentes anteriores. Los últimos benefician a los australianos, que superó recientemente a sus vecinos en Brisbane, en la última jornada del Tres Naciones de este año, consiguiendo proclamarse campeón.

“El pasado es el pasado. Esto es una semifinal del Mundial, el pasado no tiene nada que ver”, apuntó el capitán australiano, James Horwill, este sábado en una intervención ante la prensa.

También forma parte del pasado la ‘maldición’ que parece acompañar a los All Blacks en los Mundiales, donde suelen partir como el principal favorito y donde sólo han sido campeones una vez, en la primera edición, disputada ante su público en 1987.

Los Wallabies cuentan con dos títulos (1991, 1999) en tres finales del Mundial y las dos únicas confrontaciones entre los dos grandes de Oceanía en este torneo se han dado en semifinales, y en las dos ganaron los australianos, en 1991 y 2003.

La presión es por tanto más fuerte que nunca para los neozelandeses, a las puertas de una final a la que no llegan desde 1995. En las últimas semanas, se ha visto acentuada por las bajas del ‘maestro’ Dan Carter y después de su suplente, Colin Slade, además del veterano Mils Muliaina.

Su capitán, Richie McCaw, tampoco parece estar al 100% y tiene dolor en el pie derecho, que le ha impedido entrenarse con normalidad en las dos últimas semanas.

“Eso no nos da ventaja. Creo que eso habrá reforzado su cohesión, eso les habrá reforzado como equipo”, estimó el entrenador de Australia, Robbie Deans, que conoce bien a los All Blacks porque él mismo es neozelandés y dirigió durante cinco años al club más laureado del país, los Canterbury Crusaders.

En 2007 estuvo incluso a punto de suceder a Graham Henry como seleccionador nacional, pero finalmente se optó por la continuidad del entrenador, que se mantiene en el cargo.

Los neozelandeses confían en su bloque, que combina experiencia con la juventud de una generación formada por Richard Kahui, Israel Dagg, Sam Whitelock, Kieran Read o Aaron Cruden, llamados a liderar al equipo en los próximos años.

Los australianos también se apoyan en jóvenes talentos, como los de David Pocock, presentado como el ‘nuevo Richie McCaw’, Will Genia, Quade Cooper o James O’Connor. Su principal baja será la de Kurtley Beale, lesionado en un muslo.

Eden Park no se le da bien a los Wallabies, ya que no ganan allí desde 1986 y además los All Blacks no han perdido allí desde 1994, pero el pasado, como recuerdan en la selección australiana, es pasado.