La crisis de la deuda que azota a la Eurozona y la vuelta al crecimiento de la economía mundial centraban los trabajos de los ministros de Finanzas y responsables de los Bancos Centrales del G20 reunidos este sábado en París.

Mientras desde Madrid a Nueva York, el movimiento de indignados se movilizaba este sábado contra la precariedad ligada a la crisis y el poder de las finanzas, los europeos se esforzaban en tranquilizar a sus socios del G20 que tienen un plan para hacer frente a la crisis de la deuda, que se propaga por el sistema bancario y socava a la economía mundial.

Los europeos se han comprometido a dar “respuestas duraderas, globales y rápidas” para llegar a la cumbre de Cannes, el 3 y el 4 de noviembre, con los problemas resueltos.

Se espera que en la cumbre del 23 de octubre en Bruselas, la zona euro concluya un plan creíble que pasa por la garantía de la solvencia de la deuda griega, la recapitalización de los bancos en dificultades por su exposición a las deudas soberanas y el aumento de la dotación de medios del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF) a 440.000 millones de euros, tras un largo proceso de ratificación que ha durado casi tres meses.

Esta cantidad sería insuficiente en caso de que hubiera que ayudar a países como Italia o España, en caso de contagio de la crisis de la deuda –tras socorrer hasta ahora a Grecia, Portugal e Irlanda–.

El ministro de Finanzas sudafricano, Pravin Gordhan, advirtió el viernes que de no hacer nada, “los recursos con los que cuenta el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF) y el FMI serán insuficientes”.

Precisamente, el aumento del capital del Fondo Monetario Internacional (FMI), que cuenta con el favor de países emergentes como Brasil, China o India, aunque la oposición de Estados Unidos y las reticencias de Alemania era una de las alternativas en estudio, para ayudar a Europa a resolver sus problemas.

Según el borrador de la declaración final de este encuentro, que reúne a las veinte economías desarrolladas y emergentes más poderosas con el 85% del PIB mundial, el G20 se compromete a que el FMI “disponga de recursos adecuados”.

La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, aseguró la víspera que puede aumentar la participación del país en el FMI, aunque, advirtió, jamás aceptará que ese organismo imponga ciertas recetas a los países que requieren su ayuda.

“Tenemos recursos invertidos en el Fondo Monetario (Internacional) e incluso, posiblemente, vamos a tener una mayor participación”, pero “jamás aceptaremos (…) que ciertos criterios que nos impusieron sean impuestos a otros países”, dijo Rousseff, cuyo país está a punto de convertirse en uno de los principales accionistas del FMI.

El G20 promete analizar en profundidad este asunto en la cumbre de Cannes, precisó a la AFP una fuente cercana a las negociaciones.

En los últimos días se han dado a conocer algunos elementos de la nueva estrategia que pergeña Europa para socorrer de nuevo a Grecia. Altos responsables europeos han advertido a los inversores que la quita de sus participaciones en títulos de la deuda griega podría ser superior al 21% acordado en julio.

Algunos expertos consideran que Grecia necesitaría borrar el 50% de su deuda para hacer sus finanzas sostenibles.

Esto supondría una onda de choque para los sistemas financiero y bancario del continente, ya que muchos inversores podrían vender títulos de deuda de otros países en dificultades.

Pero los europeos se rehusan a pagar solos los platos rotos de una crisis generada fuera. Ante la presión de muchos de los grandes socios europeos del G20, con Estados Unidos a la cabeza, a Europa, la canciller alemana, Angela Merkel, pidió la víspera la introducción de una tasa a las transacciones financieras, a lo que varios miembros del G20, como Japón o Brasil, son favorables, pero Estados Unidos y China se oponen.

Este sábado se espera también que el G20 alcance un acuerdo sobre una especie de código de conducta sobre la gestión de los flujos de capitales, importante en particular para los países emergentes.

Según una fuente cercana a las negociaciones, los ministros trabajan también en un plan para la integración de la divisa china, el yen, caballo de batalla de Estados Unidos que lo considera infravalorado, en la cesta de derechos especiales de giro con un calendario y modalidades.