Los ministros de Finanzas de las potencias industrializadas y emergentes (G20) inician este viernes una reunión de dos días en París para coordinar posiciones ante el derrumbe financiero de países de la Eurozona, que podría hundir a la economía mundial.

La reunión tratará de desbrozar el camino de los acuerdos que los jefes de Estado y de Gobierno del G20 deberán aprobar en su cumbre del 3 y 4 de noviembre en Cannes (sur de Francia), para blindar al mundo -y a los bancos- de una reacción en cadena en caso de que Grecia, el país más amenazado de la Eurozona, declare su deuda en default parcial o total.

Entre los principales puntos de la agenda figura la necesidad de recapitalizar a los bancos, dado el grado de exposición de muchos de ellos a la deuda griega.

En una primera señal de que las cosas avanzan, Francia consideró este viernes “aceptable” la propuesta de la Comisión Europea y de su presidente, José Manuel Barroso, de elevar a 9% el ratio de fondos propios (sobre el total de sus activos) que los bancos estarán obligados a inmovilizar.

“La idea (de la reunión ministerial) es generar confianza” en tres frentes: “Grecia, FEEF (Fondo de rescate europeo) y recapitalización bancaria”, explicó el jueves la presidencia francesa del G20.

La Eurozona (formada por 17 de los 27 países de la UE) está de hecho en una carrera contrarreloj para calmar a sus socios y a los mercados, que tienen en la picota a otros países de ese espacio monetario.

A pocas horas del inicio de la reunión de París, la agencia de calificación Standard and Poor’s rebajó un grado la nota de solvencia de España, a “AA-”, aduciendo “las inciertas perspectivas de crecimiento” y la probable continuidad del deterioro del sistema financiero de ese país.

El Banco Central Europeo (BCE) reiteró el jueves su oposición a cualquier ‘default’ de Grecia y descartó cualquier plan de ayuda que obligue al sector privado, es decir los bancos, a contribuir con él.

Pero otros responsables europeos admiten que los acreedores de Grecia deberán consentir una quita de deuda probablemente mayor que el descuento de 21% acordado en la cumbre europea del 21 de julio.

Europa también podrá alegar que está tomando el toro por las astas tras el refuerzo de su Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF), de 250.000 millones a 440.000 millones de euros, para acudir al rescate de sus países miembros en dificultad.

El FEEF reforzado tuvo un parto difícil y el Parlamento de Eslovaquia fue el último de los 17 países de la Eurozona en aprobarlo el jueves, tras haberlo rechazado dos días antes.

La Eurozona ya tuvo que acudir al rescate de tres de sus miembros: Grecia en dos ocasiones, Portugal e Irlanda.

Los rescates conllevan sin embargo duros ajustes, que los socios europeos temen que acentúen la desaceleración de la economía mundial, sumiéndola incluso en una nueva recesión como la de 2009.

El espectro de la recesión abre nuevos frentes en el G20, con reclamos de Estados Unidos contra China por la presunta infravaloración del yuan y expectivas sobre la participación de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) en los planes de rescate de los países de la Eurozona.

Los BRICS, de hecho, siguen teniendo un crecimiento económico fuerte y tienen enormes reservas de divisas superiores a los 4 billones de dólares (tan sólo China tiene 3,2 billones).

La cuestión aún no fue decidida entre los BRICS, según reconoció el ministro brasileño de Hacienda, Guido Mantega.

Según declaraciones de responsables brasileños, citados por la prensa del país sudamericano, la ayuda de los emergentes podría llegar a través de un aumento de los derechos especiales de giro (DEG) del FMI, donde los BRICS quieren tener asimismo mayor peso de decisión.

El presidente ruso, Vladimir Putin, descartó sin embargo el martes que los BRICS tengan que cumplir papel alguno en esos planes. “Las principales potencias europeas disponen de los medios para arreglar esos problemas”, afirmó.