El ex capitán de la Marina argentina Alfredo Astiz, alias ‘El Ángel rubio de la muerte’, desafió este viernes al tribunal que lo juzga por crímenes en la dictadura, al declararse perseguido político y acusar a los jueces de terrorismo.

“Esto no es un juicio, es persecución por motivos políticos. Este es un tribunal especial. Hay terrorismo judicial. ¡Qué me juzgue un tribunal militar y va a aparecer la verdad!”, afirmó de viva voz, al decir las últimas palabras antes del fallo, que se conocerá dentro de una o dos semanas.

Astiz, de 59 años, está acusado de homicidios, tormentos y secuestros de disidentes políticos cometidos durante la dictadura (1976-1983) en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), uno de los mayores centros clandestinos de exterminio.

“La ESMA fue un instituto de excelencia y debe volver a serlo en el futuro. Ahora se encuentra usurpada por grupos de persecución y venganza en connivencia con el Gobierno”, dijo sobre la transformación de la escuela en Museo de la Memoria y centro cultural, con talleres de música y pintura, entre otros.

Astiz está acusado del secuestro en 1977 de un grupo de familiares de desaparecidos, entre ellos la fundadora de Madres de Plaza de Mayo, Azucena Villaflor, y la monja francesa Alice Domon, cuya suerte aún se desconoce.

Otra monja francesa, Léonie Duquet, fue secuestrada en otro operativo de la ESMA, torturada y arrojada viva al mar.

Los restos de Duquet y Villaflor, entre otras, aparecieron en una playa al sur de Buenos Aires y pudieron ser identificados en 2005.

El militar se presentó vestido con un traje gris y desplegó carteles hechos a mano para sostener su argumentación casi en el epílogo de un juicio que ya lleva un año y 11 meses.

“Lo que empieza mal termina mal. Todo esto va a terminar peor”, amenazó en forma ambigua, antes de entregar al Tribunal un ejemplar de la Constitución.

Sophie Thonon, una abogada de franceses desaparecidos, explicó a la AFP que Astiz es una persona a la que persigue “desde hace 12 años en la Corte Internacional”, ante la que presentó “su condena de prisión perpetua en París”, dictada en ausencia en 1990.

“Hoy tenía muchas ganas de ver en carne y hueso a la persona que había perseguido. Fue un momento muy emocionante verlo en carne y hueso”, sostuvo Thonon, quien regresa a Francia el lunes.

Unas 30.000 personas desaparecieron durante la dictadura, según organismos humanitarios.