Frente a la precariedad ligada a la crisis y el poder de las finanzas, los “indignados” se manifiestan el sábado en el mundo entero, esperando dar una dimensión internacional a esta forma de protesta inédita nacida en España el 15 de mayo pasado.

Desde Madrid a Nueva York, se han convocado manifestaciones en 719 ciudades de 71 países, según el sitio 15october.net, apoyándose en una amplía difusión por medio de las redes sociales bajo el lema: “United for #Globalchange”.

Cinco meses después del nacimiento de este movimiento, surgido el 15 de mayo en Madrid, los “indignados” y otros grupos afines quieren hacer del 15 de octubre una jornada simbólica, buscando lugares emblemáticos de las finanzas como Wall Street, la City, el corazón financiero de Londres, o el Banco Central Europeo en Francfort.

En Madrid, convergiendo desde distintos barrios periféricos y sus alrededores, volverán a caminar hacia la Puerta del Sol, la céntrica plaza que ocuparon durante un mes, donde prevén pasar la noche del sábado al domingo.

“Haremos saber a los políticos y a las élites financieras a las que sirven, que a partir de ahora seremos nosotros, el pueblo, los que vamos a decidir nuestro futuro”, proclama un manifiesto que llama a concentraciones en toda España.

La extensión del movimiento, a Estados Unidos especialmente, demuestra “que esto no es una cuestión meramente española sino que es una cuestión que nos atañe a todo el mundo, porque la crisis es una crisis global, los mercados actúan al nivel global”, explicó Jon Aguirre Such, un portavoz del movimiento en España.

Tras las grandes manifestaciones de la primavera pasada, el movimiento se ha extendido a numerosos países, pero con distinto seguimiento, ya que, por ejemplo, en Francia es muy pequeño.

La ausencia de líder identificable, el rechazo a toda forma de estructura política y la “democracia participativa” llevada al extremo han hecho dudar de su viabilidad.

“El término ‘indignado’ es una especie de etiqueta, los lazos todavía son muy débiles. No hay reivindicaciones comunes, es la debilidad del movimiento”, subraya Arnaud Zacharie, antiguo presidente de Attac Bélgica.

Pero, en España, un país golpeado por un desempleo récord del 20,89%, la voz de los “indignados”, sostenida por un amplio apoyo popular, ha encontrado un espacio, como en las manifestaciones que han impedido o retrasado los desalojos de decenas de propietarios sobreendeudados.

También quedó reflejada en la promesa del candidato socialista en las legislativas, Alfredo Pérez Rubalcaba, de reformar la ley electoral para aumentar el peso de los pequeños partidos políticos.

“Es un fenómeno extremadamente prometedor, que busca renovar profundamente una forma de participación de los ciudadanos en la política”, analizó el economista francés Thomas Coutrot, copresidente del movimiento Attac.

“Los ciudadanos ya no quieren delegar más en políticos o partidos, cada uno quiere tener su peso. Se puede decir que es una vuelta a las fuentes de la democracia”, agregó.

“Es en los países donde la crisis ha golpeado más fuerte que el movimiento es mayor”, destaca Arnaud Zacharie, citando España.

“Estados Unidos es el país donde se originó la crisis y donde sus consecuencias son mayores, lo que también explica la movilización”, indicó Zacharie.

El movimiento Occupy Wall Street, que se alimentó en Estados Unidos del desempleo de los jóvenes y del aumento de las desigualdades, llamó a una concentración el sábado en Times Square en Nueva York.

En Europa, los “indignados” ocuparán las calles de muchas ciudades, como Lisboa, donde el movimiento “generación precaria” se ha presentado como catalizador de la movilización.

Algunos centenares o algunos millares de ellos también deberían desfilar por las calles de Bruselas, punto de llegada de una marcha que atravesó España y Francia, en Zurich, Ginebra y Basilea, donde el poder de los bancos estará en el punto de mira, o la plaza de la Bolsa de Amsterdam, Viena o Praga.