Los dos finalistas para la segunda vuelta de las primarias del Partido Socialista francés de este próximo domingo, Martine Aubry y Francois Hollande, que aspiran a derrotar al presidente Nicolás Sarkozy en 2012, volvieron este jueves a la carga tras un último debate televisivo que tuvo un récord de audiencia.

“No me gustó que retomara expresiones de la derecha (…) Me molesta cuando un hombre de izquierda utiliza palabras de la derecha”, sostuvo Aubry a primera hora del jueves entrevistada por la radio privada RTL.

Aubry, de 61 años, ex ministra y alcaldesa de Lille (norte), y Hollande, de 57 años, diputado y presidente de región, fueron también los dos últimos jefes del PS.

Hollande lideró la primera vuelta del pasado domingo con el 39%, sin superar el 40% como preveía, y Aubry obtuvo el 31%, acortando la diferencia que anunciaban las encuestas.

Durante el debate televisivo de casi dos horas, Aubry insistió en uno de sus caballitos de batalla de esta campaña al reafirmar que quiere una “izquierda fuerte” en contraste con las críticas frecuentes a Hollande que encarnaría una “izquierda blanda”, y que anoche respondió que él no quiere una “izquierda sectaria”.

Aubry lo acusó este jueves Aubry de “falta de precisión” en ciertos puntos.

“No quiero caer en las caricaturas. Aquí no hay ni duros ni blandos (…) ni confusos ni claros”, respondió Hollande a la radio Europe 1.

“No tengo necesidad de denigrar, de devaluar y de denunciar”, sostuvo el favorito en las primarias socialistas que durante el debate que vieron casi seis millones de telespectadores, todo un récord de audiencia, afirmó que en 2012 “no habrá victoria sin unidad”.

Encuestas previas al debate, le siguen otorgando a él la delantera (54%), fortalecida por el apoyo anunciado justamente la víspera de su ex pareja y madre de sus cuatro hijos, Ségolène Royal. Aubry obtendría el 46%.

Hollande ya cuenta con el respaldo de otros dos candidatos minoritarios, Manuel Valls y Jean Michel Baylet.

Desafortunada candidata a la investidura partidaria eliminada en la primera vuelta al quedar en cuarto lugar con apenas el 7% de los votos, Royal, de 57 años, candidata socialista a la presidencia de Francia en 2007, anunció que apoyará a Hollande para “amplificar” su liderazgo de la primera vuelta.

En todo caso este miércoles, Aubry y Hollande dijeron por TV que Royal tendrá “un lugar en la República”.

En cambio no le garantizaron nada, al menos públicamente, a Arnaud Montebourg, inesperado árbitro de estas primarias que llegó en tercer lugar con un nada despreciable 17%, y que había condicionado su apoyo a las respuestas que los finalistas darían en el debate a dos de sus principales propuestas: los bancos “bajo tutela” y si asumirán lo que él llama “desglobalización”.

Montebourg, a quien algunos analistas tachan de “arrogante”, decidió finalmente que “no dará una consigna de voto” y puede que tampoco “haga pública” su decisión personal, anunció el jueves uno de sus portavoces.

A tres días de la definición final, la derecha gobernante mantuvo su línea de ataque de los últimos días: “vimos un debate totalmente ajeno a la realidad”, según la portavoz del Gobierno, Valerie Pécresse.

“Siempre es un espectáculo sabroso ver a dos socialistas en un concurso de virtud presupuestaria” decía irónicamente en su editorial el diario francés Le Figaro (derecha), mientras la idea de celebrar primarias en el partido en el poder sigue tomando cuerpo, aunque no para el año que viene sino para 2017.