Negociadores de todo el mundo pugnaban el viernes en Panamá por salvar las profundas diferencias sobre cómo combatir el cambio climático, en discusiones previas a la conferencia de la ONU de noviembre en Sudáfrica, donde deben tomarse decisiones difíciles.

Funcionarios de unas 200 naciones finalizaban una semana de conversaciones en la que discutieron ideas para ser revisadas en sus países con la esperanza de encontrar algún punto de acuerdo antes de las conversaciones en Durban, que comienzan el 28 de noviembre.

Pero no había señales de una solución en una cuestión urgente: qué hacer después de 2012, cuando vencen los compromisos de las naciones ricas para reducir sus emisiones de carbono, que según los científicos tienen consecuencias nefastas para la salud del planeta.

“Lo que se tiene parecen ser diferencias irreconciliables y la pregunta es si hay alguna manera de avanzar que al menos permita mantener las conversaciones”, dijo Alden Meyer, de la organización Unión de Científicos Preocupados (UCS, por sus siglas en inglés), que apoya acciones ante el cambio climático.

La Unión Europea (UE) es el principal defensor del Protocolo de Kioto, que vence en 2012, y está dispuesta a comprometerse a nuevas obligaciones cuando éste expire.

Sin embargo, Canadá, Japón y Rusia -junto con Estados Unidos, que rechazó Kioto y por lo tanto no tendría obligaciones en virtud de la segunda ronda- insisten en que cualquier acción futura debe incluir todas las grandes economías, incluida China, el mayor emisor de gas carbono.

El negociador japonés Akira Yamada dijo que se abarcaría menos un tercio de las emisiones globales si sólo las naciones de Kioto se comprometieran a otra ronda.

“Esta es la razón por la cual Japón no adhiere a un segundo período de compromiso”, dijo. “No es debido a mezquinos intereses nacionales de Japón sino desde el punto de vista de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero”.

Pero las economías emergentes incluida China se han mantenido firmes en que sus acciones deben ser voluntarias, diciendo que los países avanzados tienen una responsabilidad histórica por el cambio climático, y han presionado para asistir a las naciones más pobres.

Los países ricos prometieron en la Cumbre del Clima de 2009 en Copenhague ofrecer 100.000 millones de dólares por año a partir de 2020 a las naciones que se prevén más afectadas por el cambio climático, como las islas bajas y los estados de África subsahariana.

Sin embargo, sigue sin estar claro de dónde provendrá el dinero. Alemania y Francia propusieron aumentar los ingresos cobrando a la industria del transporte marítimo por sus emisiones, pero Japón y Estados Unidos se han mostrado vacilantes a la hora de discutir una financiación a largo plazo.

La ayuda por el cambio climático enfrenta una dura batalla política en Estados Unidos, donde el presidente Barack Obama se ha comprometido a luchar contra el calentamiento global, pero muchos de sus rivales del Partido Republicano dudan que éste tenga una base científica.

Japón ha sido el mayor contribuyente de ayuda a corto plazo por el clima a los países pobres, comprometiendo a más de 11.000 millones de dólares, pero ahora enfrenta una creciente deuda pública y el enorme costo de la reconstrucción tras el terremoto y posterior tsunami de marzo.

Colin Beck, negociador de las Islas Salomón, recordó los 150.000 millones de dólares que la UE y el FMI dieron para el rescate de Grecia, y dijo que se está gastando más dinero en un único país que en la salud a largo plazo del planeta.

Las islas pequeñas están especialmente preocupadas por el cambio climático, ya que el derretimiento de los hielos polares podría aumentar el nivel del mar y potencialmente amenazar la existencia misma de esos países.

Según la organización de vigilancia del clima Climate Action Tracker, los compromisos totales del mundo para reducir las emisiones están muy lejos de lo que se necesita para alcanzar el objetivo de mantener el calentamiento global en 2,0 grados centígrados por encima de los niveles preindustriales y evitar los peores efectos del cambio climático.

En un intento por encontrar un camino después de Durban, Australia y Noruega propusideron establecer una fecha límite de 2015 para un tratado vinculante que abarcaría a todas las naciones.

Aunque algunos países se mostraron interesados en la idea, Beck dijo que duda de que vaya a funcionar. Señaló que la conferencia sobre el clima en Bali en 2007 estableció sólo el plazo de dos años para Copenhague.

“Debemos aprender de la historia”, dijo Beck. “Si se va a poner un marco temporal de 2015, en realidad sólo se estirarán las cosas cuando lo que se necesita es actuar”.