Todos los analistas coinciden en la importancia de los partidos políticos para la calidad de la democracia. Y claro, hay que ser ciego o estar muy alejado de la realidad para no darse cuenta de que en el último tiempo la opinión pública ha castigado su desempeño, sin importar su color o antigüedad. Si los partidos son, como sostiene el sociólogo Manuel Antonio Garretón, la “columna vertebral de nuestra democracia”, hoy no es exagerado hablar de una columna con escoliosis avanzada.

En ese contexto, el mecanismo de primarias se instala como una solución institucional destinada a reforzar nuestra democracia y mejorar la vinculación de los partidos con las personas. Creo, como lo demuestra la experiencia de democracias avanzadas, que el mecanismo de primarias a todo nivel (municipal, parlamentario y presidencial) introduce aire fresco a la política, porque obliga a las colectividades a conectarse con sus bases y al mismo tiempo a buscar apoyos en la ciudadanía y los nuevos electores. Es decir, las primarias echan a rodar un proceso democrático intenso y basado en la participación, donde la voluntad popular no solo cuenta el día de la elección final, sino que también en otras instancias previas casi igual de importantes al interior de los partidos y coaliciones.

Es fundamental que los partidos recojan el guante y busquen conectarse programáticamente con la ciudadanía. Las primarias contribuirán a eliminar esa tendencia de las cúpulas partidistas a definir los candidatos desde arriba, refugiados en la comodidad del sistema electoral. Así, los liderazgos de cada uno de ellos estarán obligados a estar conectados con la ciudadanía, las corrientes de opinión, intereses y valores (en su amplio sentido no confesional) de las chilenas y chilenos. También pienso que las primarias permitirán castigar a quienes, desde un cargo partidista, quieran imponer visiones de sociedad que representan a minorías o intereses particulares.

Nuestro sistema democrático requiere de oxígeno de forma urgente. La participación de los ciudadanos en los procesos políticos y electorales es fundamental para que las instituciones sean legítimas desde el punto de vista social. No tendremos un país desarrollado si nos centramos sólo en los indicadores económicos. Las instituciones políticas deben ir adaptándose. Aún cuando a los partidos les resulta particularmente difícil reaccionar adecuadamente a los cambios, en especial con un padrón rígido y envejecido, hoy vemos que los jóvenes quieren participar y lo demuestran en la calle. Es necesario, entonces, encausar esa energía y voluntad de cambio a través de instituciones democráticas modernas, eficientes y orientadas al ciudadano.

Lamentablemente, hoy los partidos, sus dirigencias y militantes nos quedamos atrapados en la pelea chica y las disputas por espacios de poder. Eso es parte del juego político, pero una conducción partidista sin programas conectados con la ciudadanía no conduce a ninguna parte. Por el contrario, lleva a los partidos al descrédito, obteniendo la peor valoración por parte de la opinión pública.

Cristián Monckeberg

Cristián Monckeberg

Raya para la suma: bienvenidas unas primarias programáticas, donde no solo se elijan candidatos, sino que también se discutan programas y propuestas de política pública.


Cristián Monckeberg es abogado, jefe de bancada RN y diputado por las comunas de Las Condes, Lo Barnechea y Vitacura. Puedes conversar con él en Twitter en la cuenta @cmonckeberg.