En la presente edición del Mundial de rugby Nueva Zelanda, Australia, Sudáfrica, la vigente campeona, e Inglaterra ejercen de favoritos para ganar el torneo planetario, pero estos ‘grandes’ de la disciplina presentan puntos débiles.

De ellos esperan aprovecharse otros equipos, considerados menos favoritos, como puede ser Argentina, y especialmente Gales o Irlanda, que están demostrando encontrarse en un buen momento y con mucha confianza.

El punto débil de Nueva Zelanda, si lo hay en este equipo que es el único que ganó sus cuatro partidos de la primera fase, está en la posición de apertura. Porque Daniel Carter, su gran estrella en esa posición del terreno de juego, no podrá seguir compitiendo debido a una lesión en los isquiotibiales.

Su sustituto, Colin Slade, además, mostró algunas carencias en su juego, frente a Japón el pasado 16 de septiembre y ante Canadá el pasado domingo, y acabó siendo desplazado para hacer de wing, dejando la posición de apertura a Piri Weepu.

El entrenador de los All Blacks ya mostró su apoyo a Slade pero debe estar preguntándose sobre la identidad de su apertura en los cuartos de final, en los que sus pupilos se medirán a Los Pumas.

Por su parte, los ‘Wallabies’, que ganaron brillantemente el Torneo de la Tres Naciones a finales de agosto se han visto azotados por una ola de lesiones. Hasta el punto que tuvieron que alinear a un octavo como Radike Samo en la posición de wing, frente a Rusia.

La derrota frente a Irlanda (15-6), les llevará a medirse a los Springboks en cuartos de final, una perspectiva que podría precipitar los regresos de los también lastimados de Pat McCabe y Rob Horne.

Las buena noticias en Australia será el poder contar con el wing Digby Ioane, esencial en tareas defensivas, y con el insider Kurtley Beale.

En Sudáfrica, los problemas que se han visto no conciernen los aspectos básicos del juego, scrum, defensa y juego con el pie. Pero los a Springboks les viene costando imponerse a partir del momento en el que la intensidad crece en sus rivales.

Eso ocurrió en las cortas victoria sobre Gales (17-16) y Samoa (13-5). Además, tendrán que jugar sin el centro François Steyn, mientras que el segunda línea Bakkies Botha no acaba de recuperarse de una lesión en el tendón de aquiles.

El combinado inglés, que se proclamó campeón del mundo en 2003 y que fue finalista en 2007, no tuvo una actuación convincente en la primera fase de la competición.

Tal vez esto se explique por el escándalo levantado por Mike Tindall, esposo de una nieta de la Reina Isabel II, tras el que pidió perdón por haber “metido mano” a una joven rubia en la celebración de un partido.

O por el hecho que otros tres integrantes del XV de la Rosa hayan sido recriminados por haber llevado a su habitación una limpiadora, a la que pusieron en una muy incómoda situación por hacerle comentarios lúbricos.

Tras estas situaciones, creció la vigilancia sobre los jugadores, y éstos comienzan a sentirse un poco asfixiados, algo de lo que podría aprovecharse su rival de cuartos de final, Francia.

En este contexto, Gales e Irlanda aportan aire fresco, especialmente la primera de esas selecciones, que cuenta con un prometedor trío compuesto por el capitán Sam Warburton, el centro Jamie Roberts y el wing George North.

Sus cuartos de final serán ante Irlanda, que lograron compaginar a la perfección la veteranía de algunos de sus treintañeros, como Brian O’Driscoll, Gordon D’Arcy, Ronan O’Gara y los jóvenes, como Sean O’Brien o Keith Earls

De ahí, que el Irlanda-Gales sea uno de los duelos más abiertos e interesantes, y donde habrá menos miradas puestas en puntos débiles.