El estadio Brigadier Estanislao López de Santa Fe será el escenario del esperado Clásico de La Plata, el partido más atractivo de este fin de semana en la Copa América, en partido válido por los cuartos de final del torneo en donde el equipo Charrúa pretende dar el golpe a la cátedra.

El duelo entre Argentina y Uruguay está programado para este sábado a partir de las 18:15 horas y es uno de las rivalidades futbolísticas más antiguas del mundo, que curiosamente encuentra a ambas selecciones según los datos estadísticos, en igualdad de condiciones, pero en donde se juega más que un simple dato para los uruguayos.

En esta oportunidad, se jugará la edición número 30 de este enfrentamiento, cuyo historial indica que ambos han ganado en trece ocasiones y se han registrado tres empates. Pero esa historia no es la más relevante que estará en la mente de los celestes.

Es cierto que la condición de local juega a favor de los argentinos. Sin embargo, este sábado, el mismo día del partido, se cumplen 61 años del recordado “Maracanazo” y la selección de Uruguay quiere celebrarlo dando un nuevo golpe en canchas foráneas. Sin duda, lo del año 1950 vuelve a la memoria colectiva futbolística para estar en el clima previo al clásico del Río de la Plata.

Uruguay, de la mano del “Maestro” Tabárez, lamentará las bajas de Edison Cavani por lesión y del suspendido Sebastián Coates, siendo reemplazados respectivamente por Nicolás Lodeiro y el conocido nuestro, Mauricio Victorino.

El partido “es tan difícil como motivante para nosotros los uruguayos”, dice el técnico celeste. “Descuento que será dificilísimo”, agregó.

Tabárez señaló además, haciendo una analogía de alguna película que vio en la concentración del hotel en Argentina: “El protagonista dijo que la terquedad se inventó para los que quieren ser mejores en algo. Y creo que a nosotros los uruguayos nos viene bien eso. Hace mucho que no le ganamos a Argentina. Somos tercos. Vamos a tratar de jugar el partido con lo que tenemos y poniendo todo para conseguir un resultado positivo”, reflexionó.

Los celestes no le temen a dar una gran sorpresa, tal como ocurrió el 16 de julio de 1950 en Río de Janeiro.