La ropa podría convertirse en un futuro próximo en un arma para luchar contra la contaminación en las grandes ciudades, gracias a una innovadora de tecnología que absorbe las partículas nocivas y purifica el aire.

Puede parecer ciencia ficción, pero los impulsores de la llamada “ropa catalítica” tienen ya un prototipo, un sofisticado vestido de noche impregnado con un catalizador, fruto de una inhabitual colaboración entre la moda y la química, que fue presentado en estos días en Londres.

El elegante modelo lleva incorporada la misma tecnología que los cristales autolavables, es decir una capa formada por nanopartículas de dióxido de titanio, un compuesto químico altamente reactivo que en presencia de luz solar y oxígeno genera unas moléculas llamadas radicales libres.

“En una ventana autolavable, esto convierte la suciedad en jabón y cuando llueve se limpia, pero en el vestido estos radicales libres reaccionan con los óxidos de nitrógeno (que liberan al aire los vehículos motorizados) y los convierten en nitratos” inocuos, explicó a la AFP uno de los coartífices del proyecto, Tony Ryan, profesor de química de la Universidad de Sheffield (norte).

Si queda algún contaminante adherido a la prenda, basta con meterla en la lavadora para que se vayan con el agua en el desagüe, como ya sucede con la ropa normal, aseguran sus promotores.

Pese a que los temores que suscita entre algunos expertos el creciente uso de nanopartículas, los promotores sostienen que la reacción sería inofensiva para la persona que llevara puesta la ropa y que el aire a su alrededor sería más puro.

“Cada persona tendría una pequeña nube de aire limpio cuando se desplazara”, agregó Ryan, que trabajó en estrecha colaboración con la artista y diseñadora Helen Storey, profesora del London College of Fashion.

Ambos estiman que si un millón de los ocho millones de londinenses usara todo el tiempo este tipo de ropa, se podría reducir de “al menos 5%, incluso a lo mejor 10%”, la cantidad de óxidos de nitrógeno.

Estos gases invisibles son generados por los vehículos motorizados, y en especial por los diésel, y las autoridades municipales estiman que contribuyen cada año a la muerte prematura de unas 4.300 personas en la capital británica.

“La polución relacionada con el tráfico sigue siendo uno de los problemas más apremiantes de las zonas urbanas”, dijo Frank Kelly, catedrático de Salud Medioambiental del King’s College de Londres. “Es un problema para el que no tenemos solución técnica”, agregó.

La ropa catalítica podría formar parte del remedio, pero la dificultad para los creadores del concepto, que no es más que una nueva aplicación de una tecnología que se utiliza ya en el hormigón o la pintura, radica en convencer a un número de gente suficiente para que la use.

Por eso acaban de lanzar una campaña en las redes sociales Facebook y Twitter, acompañada de un vídeo protagonizado por la modelo Erin O’Connor y con música del grupo Radiohead, para que los internautas contribuyan a dar forma al experimento.

Porque el catalizador, que está todavía en fase de desarrollo, podría aplicarse a la ropa de múltiples maneras, en la fabricación, con un aerosol como en el prototipo o utilizando un aditivo con el suavizante en la lavadora.

Hasta que el gran público adopte esta tecnología, debería conocerse más sobre los posibles efectos nocivos de las nanopartículas, objeto actualmente de numerosos estudios.

“Supongo que hay un montón de riesgos potenciales. Todavía no sabemos demasiado sobre la toxicología de las nanopartículas”, estimó Gesa Staats, investigadora de la Facultad de Ciencias Biomédicas de la Universidad del Ulster, que estudia los efectos de estos nuevos materiales en las enfermedades neurodegenerativas.

“O sea que creo que es demasiado pronto para ponerlo en la ropa”, agregó.