El presidente de Honduras, Porfirio Lobo, inauguró este martes una cárcel de máxima seguridad con capacidad para 220 convictos altamente peligrosos en la Penitenciaría Nacional “Marco Aurelio Soto”, ubicada en el valle de Támara, 25 km al norte de Tegucigalpa.

El nuevo centro “está acorde con las necesidades del país” en materia carcelaria, aseguró el mandatario, quien agradeció el apoyo de Estados Unidos y Colombia en la construcción y organización del nuevo centro penitenciario.

Lobo resaltó que la tarea de la seguridad es un deber del Estado pero solicitó más apoyo de la empresa privada en el combate de la delincuencia y la criminalidad en el país.

“Este es un mensaje para los narcotraficantes, sicarios y secuestradores, los centros penitenciarios no son centros de vacaciones”, dijo por su parte el ministro de Seguridad, Oscar Alvarez.

En esta cárcel, cada recluso estará solo y encerrado en una celda de 2,50 metros de ancho por 2,80 de largo, y vestirá un uniforme que lo distinguirá de los demás internos, según su grado de peligrosidad.

Las celdas cuentan con iluminación, dos camas de cemento, un servicio sanitario y un lavamanos de metal, y los reos no tendrán acceso a teléfonos celulares ni a visitas conyugales, agregó el ministro.

El personal de custodia, capacitado en Estados Unidos en el manejo de privados de libertad altamente peligrosos, se apoyará en sistemas electrónicos de circuito cerrado, además de rayos X para la detección de metales.

Los reos serán trasladados de manera periódica y antes de ser movilizados de las distintas cárceles del país, serán evaluados por jueces, fiscales, psicólogos y consejeros espirituales.

Honduras cuenta en la actualidad con 24 establecimientos penitenciarios con capacidad para albergar 8.000 mil personas, pero la población carcelaria sobrepasa las 13.000.

“La situación es crítica, en nueve cárceles estamos en estado de emergencia”, agregó Álvarez.

El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) asegura que Honduras, conjuntamente con Guatemala y El Salvador, cuenta con la tasa más alta de criminalidad en América Latina.

Un informe del Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia de México, sostiene que Tegucigalpa y la norteña ciudad de San Pedro Sula, figuran entre las diez urbes más violentas del mundo.

El estudio, agrega que San Pedro Sula, con 125 homicidios por cada 100.000 habitantes, ocupa el tercer lugar entre las 50 ciudades más violentas del mundo, sólo superada por Ciudad Juárez, en la frontera entre México y Estados Unidos, y Kandahar, en Afganistán.