El nuevo director de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), el brasileño José Graziano da Silva, aseguró que inicia “una nueva era” para la agencia especializada en la lucha contra el hambre en el mundo, durante una conferencia de prensa celebrada este lunes en Roma en la sede de la entidad.

El brasileño, quien fue elegido el domingo director general de la FAO con 92 votos contra 88 de su adversario, el ex canciller español Miguel Angel Moratinos, es el primer latinoamericano que llega a ese importante cargo.

“Tenemos que dar inicio a una era en la organización”, afirmó Graziano, ex responsable del exitoso plan popular para la erradicación del hambre en Brasil “Fome Zero” (Hambre Cero) y quien proviene de la entidad ya que fue representante regional en América Latina y subdirector de la FAO desde el 2006.

“Ha sido una elección difícil, casi un empate”, admitió.

“Sé que hubo división de los votos entre los países del norte y aquellos del sur, pero eso no significa que los países donantes o ricos estén en contra”, afirmó, al prometer trabajar siempre con las partes involucradas para lograr el consenso.

“Hay expectativas para una mejor gobernanza del mundo”, advirtió al mencionar las decisiones tomadas en la reciente reunión del G-20 en París que llaman a las varias organizaciones internacionales a asumir nuevas responsabilidades.

“Hay divergencias profundas entre los países. Las conozco todas. No hay que negarlas, pero lo que hay que hacer es alcanzar un mínimo acuerdo para no paralizar a la organización”, indicó tras evitar hacer un balance de la controvertida gestión por 18 años del senegalés Jacques Diouf.

“No voy a comentar la gestión de Diouf”, tranzó.

Para Graziano, es indispensable que las organizaciones internacionales lleguen a un acuerdo para actuar, basado en las “críticas y correcciones” y en aquello que definió “open minded” (mentalidad abierta).

El nuevo director general de la FAO –quien asumirá el cargo 1 de enero del 2012 y permanecerá hasta julio del 2015–, habló también de la volatilidad de los precios de los alimentos, del desequilibrio de los mercados y abordó hasta las críticas a los biocarburantes, que no hay que “demonizar”, dijo.

“Quiero transmitir al personal de la FAO que el objetivo es acabar con el hambre en el mundo y no el de las propias familias. Es decir que no nos desviemos”, dijo.