Al menos 60 migrantes, incluidos mujeres y niños, fueron secuestrados el viernes cuando viajaban por el sureste de México en un tren de carga usado por indocumentados para llegar a la frontera con Estados Unidos, dijo el director de un albergue religioso a la AFP este domingo.

“Mínimo unas 60 a 80 personas sino es que más” fueron secuestrados por una docena de hombres armados cuando el tren, llamado ‘La Bestia’ por los indocumentados, llegó a un paraje solitario del estado de Veracruz (este), dijo el sacerdote Alejandro Solalinde, director del Albergue Hermanos en el Camino de Oaxaca (sureste).

Las fiscalías de Oxaca y Veracruz dijeron a la AFP no tener información al respecto.

“A los que primeros que les echaron el ojo fueron a las mujeres y a los niños”, añadió Solalinde basado en testimonios de pasajeros que dijeron haber logrado huir del secuestro y que llegaron a los albergues para migrantes en el norte de Oaxaca, estado colindante con Veracruz.

El tren, que partió de la ciudad de Ixtepec (estado de Oaxaca) rumbo al estado de Veracruz (este), iba con unas 250 personas y fue detenido tras unas cuatro horas de marcha, añadió Solalinde.

Según el sacerdote, el día del secuestro vio partir de su albergue a varios centroamericanos.

“Antes de llegar a la estación de Medias Aguas, en el estado de Veracruz, el maquinista detuvo la marcha en un lugar donde se encontraban al lado de la vía tres camionetas con hombres armados” que se llevaron a los inmigrantes, dijo.

“Los hombres armados descendieron de las camionetas y tras amagar con armas de fuego a los migrantes, los obligaron a descender del tren” y a subir a las camionetas, explicó el sacerdote.

Varios de los pasajeros corrieron al monte, prosiguió.

‘La Bestia’ es usado por indocumentados en su mayoría centroamericanos, para llegar a la frontera con Estados Unidos, pero también por mexicanos que viven en el sur del país e intentan llegar a territorio estadounidense de forma clandestina.

En agosto de 2010, un total de 72 indocumentados de Centroamérica y Suramérica fueron secuestrados y masacrados en Tamaulipas (al norte del estado de Veracruz y fronterizo con Estados Unidos), un crimen atribuido por el gobierno al cartel de drogas Los Zetas.