El dirigente libio Muamar Gadafi, acorralado, afirmó el miércoles por la noche que luchará hasta la muerte y denunció los bombardeos de la OTAN que mataron civiles, en momentos en que aparecen divisiones dentro de la Alianza Atlántica.

En un mensaje sonoro difundido por la televisión estatal libia, Gadafi reconoció que está “entre la espada y la pared”, pero afirmó que no tiene miedo a la muerte y que la batalla contra los “cruzados” de Occidente continuará “hasta el más allá”.

“Nosotros resistiremos y la batalla continuará hasta el más allá, hasta que se acabe con ustedes, pero nosotros no seremos acabados”, dijo Gadafi al rendir homenaje a su compañero Juildi Hmidi, que perdió a varios miembros de su familia el lunes en un bombardeo de la OTAN contra su vivienda.

“Ya no es posible ningún acuerdo entre nosotros después de que ustedes han matado a nuestros hijos y nietos (…). Nosotros estamos entre la espada y la pared. Ustedes (los occidentales) pueden retroceder”, añadió.

“Nosotros no tenemos miedo. No estamos buscando vivir o escapar”, dijo, al tiempo que denunciaba que se ha lanzado una cruzada contra un país musulmán y que apunta a sus civiles y niños.

El lunes, la OTAN bombardeó, en Sorman, 70 km al oeste de Trípoli, una residencia de Juildi Hmidi, un influyente político y viejo camarada del coronel Gadafi, matando a 15 personas, dijeron las autoridades.

Varios miembros de la familia Hmidi murieron en el bombardeo aéreo, entre ellos tres niños.

La OTAN admitió haber lanzado un “ataque de precisión” contra un “centro de comando y de control de alto nivel”.

“¿Con qué derecho ustedes apuntan a los políticos y a sus familias?”, denunció el coronel Gadafi, la voz grave.

El dirigente libio dijo que la oficina de Juildi Hmidi en Trípoli había sido bombardeada en cuatro ocasiones.

Los occidentales “lo buscaban porque él es un héroe. Al no encontrarlo en su oficina, quisieron matarlo en su casa”, dijo.

Gadafi instó a la ONU a enviar investigadores a la residencia bombardeada de los Hamidi, para comprobar que se trataba de un sitio civil, y no militar, como dijo la OTAN.

Prometió que construiría un monumento, “el más alto de Africa del Norte”, en honor de Jaleda, la nieta de Hamidi, de cuatro años de edad, que murió en el bombardeo, según las autoridades de Trípoli.

“Nosotros nos quedamos, vamos a resistir y no vamos a someternos. ¡Atáquennos con sus misiles, dos, tres, diez o cien años!”, exclamó Gadafi.

“Honor a la familia Hamidi y para nosotros la gloria”, dijo al concluir.

El discurso del dirigente libio se produce en momentos en que aparecen divisiones entre los países de la OTAN respecto a la operación en Libia.

Italia, país que alberga el cuartel general de la operación y bases de las que despegan los bombarderos de la OTAN, denunció los bombardeos contra civiles y el estancamiento del conflicto, que ha causado miles de muertos desde el 15 de febrero.

El ministro italiano de Relaciones Exteriores, Franco Frattini, pidió el miércoles “una suspensión inmediata de hostilidades” en Libia con el fin de organizar corredores humanitarios para ayudar a la población.

Esa propuesta fue rechada inmediatamente por Francia, que consideró que una tregua, incluso con fines humanitarios, permitiría a Gadafi “reorganizarse”.

También el secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, se opuso al fin de las operaciones, afirmando que la Alianza Atlántica “continuará su misión porque si cesamos, innumerables civiles podrían perder la vida”.

“Creo que la coalición se quebró”, estimó en declaraciones a la AFP Natalino Ronzetti, del Instituto de Relaciones Internacionales.

“Reinan las divergencias entre los miembros de la coalición, no sólo por los altos costos, sino también porque algunos ataques recientes no son legítimos frente a la resolución de la ONU”, explicó el experto.

Los errores recientes de la OTAN, que asumió el mando de las operaciones el 31 de marzo, así como los costes de la guerra para economías en crisis, generan debates y reacciones en los países implicados.