El régimen sirio rechazó este miércoles “toda injerencia” extranjera en sus asuntos internos y cargó contra Europa y, en particular, contra Francia, que presiona al Consejo de Seguridad de la ONU para que reaccione a la sangrienta represión del movimiento de contestación.

“Rechazamos cualquier injerencia extranjera. Nosotros podemos llegar a puntos en común a pesar de las diferencias de puntos de vista. Nadie del extranjero debe imponernos su punto de vista”, declaró el ministro de Relaciones Exteriores sirio, Walid Muallem, en una conferencia de prensa en Damasco calificada como decepcionante por los opositores y la comunidad internacional.

Muallem conminó a “aquellos que nos critican en Europa a cesar de injerirse en los asuntos sirios y de sembrar problemas” y comparó las sanciones de la Unión Europea a una “guerra”.

“Desde el inicio de los acontecimientos en Siria, ningún responsable europeo ha viajado a Siria para discutir sobre lo que pasa”, deploró.

Muallem cargó especialmente contra la posición de Francia en el conflicto y, en especial, contra su ministro de Relaciones Exteriores, Alain Juppé, quien “vive aún de las ilusiones de la época colonial francesa” y al que acusó de creerse que tiene el derecho de “otorgar legitimidad a tal o a tal dirigente”.

El gobierno francés replicó denunciando la “lógica de la violencia ciega” del régimen del presidente Bashar al Asad por enviar el ejército a las ciudades para acabar con una contestación que el propio régimen minimiza y que habla de “complot” extranjero para justificar la represión.

El canciller sirio invitó a los países que lo deseen “a participar en la conferencia nacional del diálogo” propuesta por Asad, aunque como ya advirtió éste el lunes, Muallem aseguró que las reformas se pondrán en práctica, pero no de manera inmediata.

“Vamos a presentar un ejemplo inédito de democracia, que los propios sirios habrán diseñado gracias a un diálogo nacional. Habrá una justicia social e igualdad ante la ley y aquellos que incumplan con sus deberes serán sancionados”, dijo Muallem.

El canciller animó a la oposición a participar a ese debate, una opción ya descartada por los contestatarios. “No dialogar y continuar incitando a las manifestaciones y a los disturbios es un acto inútil que beneficia a los enemigos de Siria”, advirtió Muallem.

Más conciliador se mostró con Turquía, país que ha criticado duramente la represión en Siria y que ha acogido a 11.000 refugiados. Muallem aseguró que su país desea “las mejores relaciones con Turquía” y se ofreció a “cooperar” para de regreso de los refugiados, a los que garantizó una “vida digna” una vez reconstruidas las infraestructuras “demolidas”, según él, “por saboteadores”.

El canciller sirio desmintió por otra parte que Irán y el Hezbolá libanés estén participando en la represión de las manifestaciones en Siria, aunque la UE prevé sancionar a tres iraníes sospechosos de participar en la represión, que desde el 15 de marzo ha causado más de 1.300 muertos y la detención de 10.000 opositores, según las ONG sirias.

Estas declaraciones pueden envalentonar aún más a la oposición, que considera insuficientes las reformas prometidas por Asad.

El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, con quien Asad no quiso ponerse al teléfono, declaró que el mandatario sirio no tiene ninguna “credibilidad” y exhortó al Consejo de Seguridad a superar sus diferencias sobre la crisis que sacude ese país desde el 15 de marzo.

Pero dos de sus miembros permanentes, Rusia y China, amenazan con imponer su derecho a veto a cualquier resolución que condene una represión que continuó el martes con la detención de más de un centenar de estudiantes durante una manifestación en la Universidad de Damasco.