Unos 200 “indignados” españoles se concentraban este miércoles frente al Congreso, en el centro de Madrid, tras pernoctar allí en protesta por una nueva ley para que los empresarios puedan cambiar las condiciones de los trabajadores sin el acuerdo de los sindicatos.

Una docena de furgones de la policía bloqueaban la entrada al Congreso de los Diputados a los manifestantes, quienes mostraban pancartas con lemas como “¡Basta!” y “¡No es una crisis, es una estafa!”

Muchos de los concentrados, que protestan por las duras medidas gubernamentales para hacer frente a la crisis y para pedir más transparencia y menos corrupción a los políticos, pasaron la noche en la calle en sacos de dormir y en carpas de campaña.

“Creo que es injusto”, dice Elsa Tobeno, madre soltera de 45 años que hace cuatro perdió su empleo en una guardería y se queja de las reformas laborales tomadas por el gobierno.

“Todo lo que el gobierno hace es contra nosotros. Los ricos son cada vez más ricos y los pobres, cada vez más pobres”, lamenta, mientras blande un cartel con la palabra “¡Basta!”.

El Congreso debía debatir este miércoles una reforma de la negociación colectiva, la que llevan a cabo empresarios y sindicatos para fijar las condiciones de los trabajadores.

El 10 de junio, el gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero aprobó esta reforma, que pretende dar más libertad a los empresarios para rebajar las condiciones de los empleados si lo consideran necesario en tiempos de crisis, con el objetivo de fomentar la creación de empleo y bajar la tasa del 21% de desempleo que sufre el país.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) por su parte reclamó el martes a España una reforma más “radical” de la negociación colectiva si la recientemente aprobada no da frutos creando más empleo, entre otras reformas que aconsejó para evitar que el alto desempleo se enquiste y que la recuperación económica se retrase.

El movimiento popular de los “indignados” protesta desde el 15 de mayo en toda España contra las medidas anticrisis, para lo cual instalaron durante varias semanas un campamento urbano en la céntrica Puerta del Sol de Madrid.