El incidente donde los jugadores de la Selección Chilena desnudaron al lateral Roberto Cereceda, en un juego conocido vulgarmente como “la peladilla”, dejó como principales damnificado a la prensa deportiva del país, lo que fueron culpados por la filtración de las imágenes, y que derivó en la imposición de la “ley muda” en la “Roja”.

El argumento esgrimido por el técnico de Chile, Claudio Borghi, fue que “hemos tratado de convivir, que la prensa tenga un lugar digno, pero no podemos. Desgraciadamente esto (el veto) no me soluciona los problemas (…) será igual hasta el momento, depende de ustedes (medios), no de mí, si podemos convivir”.

Es un craso error del “Bichi” creer que que la responsabilidad de “convivir pacíficamente” únicamente es de los medios, es una salida fácil para dar una muestra de autoridad y acatar lo que inicialmente le pidieron los jugadores, quienes se acostumbrados a no atender a la prensa.

No se puede negar que las imágenes de Cereceda era imprudente hacerlas públicas, pero es también necesario mencionar que los medios de comunicación persiguen distintas posturas y líneas editoriales, se deben al público específico al cual están dirigidos. Por tanto, pedir que esas fotos no se exhibieran, era una utopía.

¿Cómo debieron abordarlo? Asumirlo como una broma entre jugadores, que en realidad todos entendemos en un ambiente de relajo tras la práctica, bajarle el perfil, y ser aprovechado por el ex DT de Colo Colo para desmarcarse de su antecesor Marcelo Bielsa, e imprimir su propio estilo, al que nos tenía acostumbrados en el Cacique.

Lo que molestó a Borghi fue la comparación odiosa del “esto no pasaba con Bielsa”, con lo cual encerró a sus huestes, situación que lógicamente inquieta a los auspiciadores, que se revuelven nerviosos en sus berger de cuero viendo pasar una semana sin que sus logos aparezcan tras los jugadores en las conferencias de prensa.

Clausurar el complejo deportivo Juan Pinto Durán es una exageración, especialmente si se toma en cuenta que la prensa ingresaba sólo 15 minutos antes del término de la práctica. No quisiera creer que nuestros seleccionados hayan alcanzado el Olimpo, y que nosotros los medios, simples mortales, no tenemos derecho a la información que requerimos, no de entrometidos, sino porque nos debemos a los 16 millones de hinchas.