¿Una rebaja de la ya de por sí exigua pensión de un agricultor griego que ha pasado su vida recogiendo naranjas en el Peloponeso puede ayudar a salvar al euro?

Mientras los responsables europeos temen un efecto “dominó” que arrastre a la Eurozona en caso de insolvencia de Grecia, algunos analistas confían en que el nuevo gobierno griego, anunciado el viernes, podría provocar un efecto “mariposa” virtuoso, que uniría a Europa y dejaría como mentirosos a los mercados.

El plan de austeridad que pretende adoptar el gobierno griego antes de finales de junio va desde una reducción en los gastos de las pensiones en el sector agrícola a la imposición de tasas sobre las señales externas de riqueza como son los yates o las piscinas.

Estas nuevas medidas de rigor darían luz verde a la entrega de una parte del préstamo de 110.000 millones de euros que la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional concedieron el pasado año al país heleno y a un nuevo paquete de ayuda financiera que le permitiría al país evitar un impago de la deuda.

El monto y las modalidades del segundo paquete de ayuda, que oscila entre 60.000 y 100.000 millones de euros según las fuentes, serán analizados a partir del domingo en Luxemburgo y Bruselas.

Las nuevas negociaciones pueden verse facilitadas por el aparente acercamiento anunciado el viernes entre los principales acreedores de Grecia, Francia y Alemania, superando las divisiones por el papel que deben desempeñar los bancos privados en el plan de ayuda.

En total, el Estado griego prevé ahorrar 28.000 millones de euros para 2015, y recaudar otros 50.000 millones en privatizaciones y alquileres a largo plazo de terrenos de interés turístico.

Los acreedores del país exigen que se adopte este plan y reciba el apoyo contundente de las fuerzas políticas, para la concesión del segundo paquete de ayuda.

Pero el primer ministro Giorgos Papandreou, que logró imponer el año pasado sin demasiadas dificultades la primera cura de austeridad a los griegos, hasta ahora no ha sido capaz de llevar a cabo nuevas medidas ni las reformas.

Ni siquiera en el campo de sus electores, como han mostrado las multitudinarias manifestaciones en Grecia esta semana.

El nuevo gobierno, anunciado el viernes, cuyo pilar, Evangelos Venizelos, es un peso pesado de la política que disfruta de la confianza del sector de los negocios griego, ha hecho surgir la esperanza de que las rivalidades dentro del Partido Socialista se aplaquen, señala el politólogo Ilias Nikolakopoulos.

Esto abriría la vía a que pase el voto de confianza del Parlamento al nuevo gobierno, solicitado por Papandreou, así como la adopción -prevista para finales de mes, del famoso plan de austeridad plurianual-, convertido en la piedra angular, a corto plazo al menos, del futuro de la zona euro.

No obstante, surgen dos interrogantes cruciales: la duración del nuevo gobierno y la forma en que los mercados juzgarán al segundo plan de ayuda impuesto por los acreedores del país, mientras las agencias de calificación siguen empujando a Grecia hacia el impago de la deuda.

“Hay que preguntarse si éste será un gobierno interino para preparar las elecciones o si va a durar su mandato para llevar a cabo el plan de recuperación”, dice el politólogo Georges Sefertzis.

Asimismo, en el caso de que los banqueros privados de Grecia accedan voluntariamente a ampliar los vencimientos para el reembolso de los títulos, ¿podría considerarse como un “acontecimiento de crédito”?

En ese caso, los acreedores podrían activar sus seguros contra el impago de la deuda, los famosos CDS (Credit default swap), lo que de manera concreta significaría la bancarrota de Grecia.