Quedan pocos días de espera. Ya se aproxima el Abierto de Inglaterra, y Londres va tomando forma de pelota de tenis.

Como la mayoría de las ciudades en las que se disputan torneos del Gran Slam, que en realidad son los verdaderos campeonatos mundiales de tenis en forma individual que se disputan durante dos semanas al mejor de 5 sets para los caballeros y al mejor de tres sets entre las damas, la capital de Inglaterra se viste de tenis porque su célebre certamen en Wimbledon (para muchos el más importante de todos) acapara toda la atracción, incluso el de la realeza británica, la que suele estar representada por el Duque de Kent cuando de entregar trofeos se trata.

Wimbledon será la sede del tercero de los campeonatos del Gran Slam, finalizado hace apenas 8 días el Abierto de Francia sobre la arcilla de Roland Garrós. Ahora le toca al césped inglés, el césped que está más alto desde hace unas temporadas y que visitado por pelotas un poco más “gruesas” en su contextura para que no se desgasten rápidamente por la superficie y en especial por la potencia de los jugadores que disponen de servicios capaces de viajar a más de 200 kilómetros por hora.

¿Qué se logró con ello? Justamente que jugadores como Rafael Nadal, un especialista en jugar de fondo de cancha, sin necesidad de visitar la red para bolear, se erigieran en favoritos en canchas que habitualmente fueron teatro favorable para tenistas de ataque propietarios de un gran servicio y una excelente aproximación a la red.

Nadal ha ganado Wimbledon en dos ocasiones, la última el año pasado y llegará a Londres con el siguiente panorama: debe defender 2000 puntos, producto de su victoria en 2010; pero estará descansado ya que en Queen`s apenas jugó dos partidos, probó el pasto y las pelotas, cayó en tres sets ante Jo Wilfried Tsonga y decidió que estaba bien, que necesitaba alejarse por unos días de todo el entorno que significa armarse para un torneo grande nuevamente tras su gran victoria ante Roger Federer en la final de París.

El número 1 del mundo ya se sacó la presión de querer ganar Roland Garrós y al mismo tiempo perder el liderato del ranking. Ganó en el Bois de Boulogne, si, pero Novak Djokovic no pasó la semifinal en la que en el mejor partido del certamen (y uno de los mejores de todos los tiempos) Roger Federer le puso una gran valla, el serbio no arribó a la final y con ello, no logró apoderarse del número 1 del mundo tras una gran campaña de casi un semestre con 7 títulos incluidos (entre ellos el Abierto de Australia).

¿Habrá asimilado Novak el impacto que significa estar cerca, casi tocar con las manos la cima del ranking y no lograrlo? El abierto de Inglaterra tiene la palabra. Porque también terminó el invicto que llevaba sobre sus espaldas el balcánico (41 partidos) y ello le quitará presión a él… Porque es una superficie que se acomoda a su juego y sabe que, como en Roland Garrós, Nadal tendrá que llegar al menos a la final en Londres y él también arribar al match decisivo.

¿Quién se puede interponer en esta lucha extraordinaria librada por dos tenistas de excepción? El mejor de todos, el más campeón: Roger Federer, hoy tercero en el escalafón mundial pero no lejos de Nadal.

El suizo se mueve como pez en el agua en el pasto inglés, hace los partidos más cortos que los demás porque también bolea y da la sensación que está jugando a un altísimo nivel y que en Londres, más cómodo que sobre el polvo de ladrillo de Francia, puede terciar en esta gran competencia entre dos…que en realidad es entre tres.

¿Quién puede descalificar al suizo para que se convierta en juez? Ya avisó en Roland Garrós…

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