Los recientes datos de la Dirección del Trabajo muestran una vez más la débil situación chilena en materia de sindicalización y de negociación colectiva.

Efectivamente, para 2010 tan sólo un 5,8% de trabajadores asalariados participaron en negociaciones colectivas. De ellos, cerca de 180 mil chilenos podrían eventualmente irse a huelga, una muy pequeña porción de la población trabajadora. El cuadro se agrava además si se considera que sumando a los cesantes, los subempleados y los desalentados, hay más de 1 millón de potenciales reemplazos en huelga; son los llamados “rompe-huelgas”.

Y es que baja cobertura en la negociación y estrechez de la huelga, causa bajos resultados económicos en la negociación colectiva, qué duda cabe.

Nuestro actual sistema de negociación colectiva se define como un modelo 100% descentralizado. Esto quiere decir que la negociación colectiva existe sólo a nivel de empresas. A diferencia de Argentina, de Brasil, de Uruguay y de la mayoría de los países europeos, en Chile no es posible negociar a nivel sectorial ni tampoco en mesas nacionales.

Nuestra historia nos dirá que esta regulación, así como los reemplazos en la huelga, fueron impuestos durante la dictadura de Pinochet con el famoso Plan Laboral de 1979, impulsado desde los intereses derechistas, sin democracia ni participación, en un oscuro momento donde ser sindicalista era sinónimo de terrorismo.

Pero el sindicalismo y la negociación colectiva al nivel de empresa están lejos de ser la única alternativa. Al otro extremo aparece la negociación centralizada de carácter nacional, donde los legítimos representantes de la clase trabajadora discuten leyes laborales, sobre edades de retiro, beneficios de desempleo, protección en el empleo, trabajo de calidad, escalas salariales, etc.

En este tipo de negociación están todas y todos involucrados, llevando el derecho a huelga a un nivel de máxima trascendencia. Otra alternativa, no excluyente con la anterior, es la negociación colectiva a nivel de rama de actividad económica. Modelos como estos, a veces combinados, son recurrentes en los países democráticos que creen en estrategias de desarrollo inclusivas.

Las cifras señalan que los países desarrollados que tanto se veneran poseen elevadísimos niveles en la cobertura de la negociación colectiva. En todos ellos, los sistemas son híbridos con predominancia de esquemas centrales. Austria tiene un 97% en la cobertura de negociación colectiva, Bélgica 82%, Alemania 80%, Suecia 82%, Finlandia 90% y Dinamarca 80%. Chile tiene sólo un 5,8%.

Gonzalo Durán | Fundación SOL

Gonzalo Durán | Fundación SOL

La pregunta que surge es, ¿porqué no se aborda seriamente un cambio al sistema de negociación colectiva?… en su estructura, no en pequeñas reformas que intentan corregir los vicios de un modelo que se cae desde la raíz.

Se necesita una revolución en materia sindical, de otro modo, los frutos del crecimiento y las espectaculares ganancias de las empresas quedarán en las mismas elitistas manos de siempre, en ese 5% de súper-adinerados que atesoran más 800 veces los ingresos del 5% de los hogares más pobres (Casen 2009), son estos poderosos de siempre quienes felices festejan los números de la baja negociación colectiva.

Ellos están bien. Para ellos por supuesto que Chile es un país desarrollado.

Gonzalo Durán es economista e investigador de la Fundación SOL | @lafundacionsol