El general serbobosnio Ratko Mladic, quien compareció el viernes ante el TPI para la ex Yugoslavia, entró en los anales de la historia como uno de los culpables de la matanza de miles de musulmanes en Srebrenica y del asedio de Sarajevo en la guerra de Bosnia (1992-1995).

Inculpado de genocidio, crímenes de guerra y contra la humanidad por el Tribunal Penal Internacional (TPI) para la ex Yugoslavia en 1995, el general Mladic, de 69 años, es objeto de un mandato de detención internacional desde 1996.

Está considerado como uno de los principales artífices de la política de “limpieza étnica” en Bosnia, junto con el ex presidente serbobosnio Radovan Karadzic, detenido hace menos de tres años.

Nacido el 12 marzo de 1942 en la localidad de Bozinovici, en el este de Bosnia, Mladic vivió su infancia traumatizado por la muerte de su padre, asesinado por las milicias croatas pronazis (“ustachis”) cuando él tan solo tenía dos años.

Mladic, que con el paso de los años llegaría a general, desarrolló a medida que crecía un odio acérrimo contra los ustachis y los musulmanes.

Avido de venganza, se convirtió en un defensor a ultranza del “pueblo serbio amenazado de genocidio y abocado a desaparecer ante la entrada del islam en territorio europeo” y defendió a capa y espada la idea de una “gran Serbia”.

Como líder de las milicias separatistas serbias en Croacia, en 1992, después de la proclamación de la Republika Srpska (RS) en Bosnia, fue nombrado comandante de las fuerzas serbias de Bosnia.

Amparándose en la máxima de que “las fronteras siempre se han trazado con sangre y los Estados se han delimitado con tumbas”, Mladic permaneció imperturbable y sin piedad al frente del asedio de Sarajevo durante tres largos años.

En julio de 1995, las tropas que el general tenía a sus órdenes se apoderaron del enclave musulmán de Srebrenica, que se hallaba teóricamente bajo protección de fuerzas de la ONU, e hicieron estragos, acabando con la vida de casi 8.000 musulmanes desarmados.

Al año siguiente, acosado por una orden de detención internacional, Mladic fue destituido por la presidenta de la RS, Biljana Plavsic.

Se atrincheró en su feudo de Han Pijesak, una base militar cercana a Sarajevo, y de allí se desplazó a Belgrado, donde disfrutó de una vida apacible hasta la caída en el año 2000 del régimen de Slobodan Milosevic.

Siguieron años de desmentidos oficiales sobre la estancia del general en Serbia hasta que, en 2005, un informe de los servicios secretos de Belgrado reveló por primera vez que se había escondido hasta junio de 2002 en territorio serbio gracias a la ayuda de oficiales que le encubrían.