Mientras la guerra por sí misma ya es una recopilación de sucesos violentos, en Libia, una nueva arma cuyas consecuencias culturales pueden provocar tratos tan inhumanos como ser abandonado para morir en el desierto comienza a develarse de la manos de los primeros testimonios: la violación de mujeres.

Según un reporte especial del diario chino Global Times, las últimas semanas han visto un aumento alarmante en el caso de violaciones en Libia, principalmente a manos de los soldados del Ejército leal al dictador Muamar Gadafi.

El abuso sexual de una mujer tiene características dramáticas universales, pero en Libia, un país musulmán conservador, puede devenir en un destino horrendo. Esto, porque la violación se considera una humillación para toda la familia de la víctima, provocando que -en muchos casos- la mujer abusada sea echada a la calle, o incluso abandonada a su suerte en medio del desierto.

Suleiman Refadi, un cirujano del hospital de Ajdabiya dice haber recibido cientos de consultas por pruebas de VIH. Y aunque hasta el momento todas ellas han resultado negativas, pareciera que la enfermedad venérea no es la principal preocupación de sus pacientes.

“Somos un país musulmán muy conservador. Si cualquier miembro de la familia es violada, se vuelve un estigma para la familia completa”, explica, agregando que el mismo sentimiento evita que se lleven a cabo investigaciones.

“Si revelara mis sospechas (a los miembros de la familia), no sólo arriesgaría a la víctima sino a mí mismo. Si sigues un caso y una familia se da cuenta de que podrías descubrir algo que hiera su dignidad, te matarán”, relata, incluso bajando la voz frente al corresponsal de Global Times.

Refadi señala que educar a las familias para aceptar a una pariente que fue violada parece una labor imposible. “Es una tarea muy difícil. Incluso si me dieran 1 millón de dólares no lo haría”, confidencia.

El médico explica que para una mujer casada que fue víctima de una violación, la única posibilidad es olvidar el incidente. En tanto, para una mujer sin esposar, sólo le queda la improbable posibilidad de intentar que una operación repare su himen para demostrar su virginidad, o bien casarse con un primo que acepte su condición.

“Se han reportado cientos de casos de violaciones en tantos lugares. ¿Una casualidad? Lo dudo mucho”, sentenció Refadi, quien piensa que se trata de una acción deliberada de las tropas oficialistas para infundir temor en los rebeldes.

Pero algunos están tratando de hacer algo al respecto. Seham Sergewa es una psicóloga de Bengasi quien fue llamada confidencialmente por la madre de una mujer violada para tratarla. Según cuenta, a partir de ese hecho comenzó a ser contactada en secreto cada vez por más mujeres.

En un intento de reunir evidencias, encuestó a 70.000 familias en campos de refugiados. De 59.000 respuestas recibidas, 259 mujeres admitieron haber sido violadas por milicianos de Gadafi. Algunas de ellas contaron que fueron mantenidas cautivas durante días en casas abandonadas, donde hasta 15 hombres podían turnarse para abusar de ellas.

“Les pregunté qué podía hacer para ayudarlas… ‘nada’, me respondían, ‘sólo deme un abrazo’”, relató Sergewa a Global Times.

Según explicó la psicóloga, para evitar despertar sospechas, en ocasiones ha debido visitar a todas las familias de una aldea, casa por casa, sólo para llegar hasta 2 mujeres que solicitaron su ayuda.

Sergewa ya entregó los antecedentes a la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya, cuyos fiscales están investigando las denuncias, teniendo cuidado de mantener en secreto tanto los nombres de las víctimas como las localidades donde residen.

El fiscal en jefe de la CIJ, Luis Moreno-Ocampo, señaló que estaban considerando el tema como una sistematización de “violaciones masivas”. “Estamos investigando. Aún no estamos listos para presentar los primeros casos pero esperamos tenerlos en los próximos meses”, declaró a CNN.

El periódico chino pudo conversar con civiles que aseguraron haber encontrado muchos condones y píldoras de Viagra en los tanques capturados por los rebeldes. Incluso algunos de los soldados confesaron que las órdenes de Gadafi eran tomar todo lo que pudieran, incluyendo dinero, joyas e incluso, mujeres.

Pero el camino de la justicia no será fácil, ya que concientes del peligro, las víctimas son reacias a colaborar.

“Muchas mujeres me dicen que lo que ya está hecho no se puede cambiar y no quieren hablar sobre el tema. ‘Con sólo ayudar a investigar siento que me están violando nuevamente’, me señaló una de ellas”, concluyó.