Tiene a sus espaldas un levantamiento militar y ha expresado admiración por el presidente venezolano Hugo Chávez, temas que el candidato peruano Ollanta Humala quiere dejar atrás con una nueva imagen de hombre moderado que ha convencido a muchos pero de la que desconfían sus opositores.

Cuando apareció en 2006 por primera vez como candidato -constituyéndose en un gran fenómeno de aceptación popular- Humala se caracterizaba por un estilo autoritario y confrontacional.

De ese perfil ahora queda poco o casi nada: el ex comandante del Ejército, de 48 años, se ha desplazado hacia el centro del espectro político, señalando su admiración por el ex presidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva, tal como hace 5 años lo hizo por Chávez, de quien ha tomado distancia.

‘¿Será Humala el Chávez peruano o será el Lula andino?’, se preguntan sus detractores.

Ese nuevo estilo pragmático le permite llegar a la segunda vuelta de la presidencial, que disputará este domingo frente a la congresista Keiko Fujimori, con una opción que nunca tuvo en 2006, cuando fue derrotado sin atenuantes por el hoy presidente Alan García, considerado entonces “el mal menor”.

Su manejo poco profesional de esa campaña hizo que al último y decisivo debate televisado frente a García llegara 15 minutos tarde por estar comiendo en un restaurante cercano. García habló entonces solo durante un cuarto de hora frente a una audiencia desconcertada y el asiento vacío de su contendor.

Ahora es él quién es visto por muchos sectores como el mal menor. Es el caso de varios intelectuales, en particular el premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, quien lo denostó por años pero ahora quiere sacar del camino a Keiko, hija del ex presidente Alberto Fujimori, condenado por una matanza ocurrida durante su gobierno.

En el país con mayor crecimiento del PIB en América Latina en la última década, los economistas lo ven como un diablo que quiere echar para atrás todos los avances.

Por eso Humala ha tenido que jurar, incluso poniendo la mano sobre una Biblia, que mantendrá el modelo y que un cambio de Constitución que propone -y que pone los pelos de punta a vastos sectores- sólo lo haría si hay consenso.

“El Perú ha cambiado y yo también”, sostiene. “Estamos dispuestos a hacer muchas concesiones por la unidad del Perú”, dijo al ganar la primera vuelta en abril, con un tercio de los votos.

Con una base electoral concentrada en el sur andino, de mayoría indígena y donde no llega la nueva prosperidad, Humala participó como militar en el combate contra Sendero Luminoso en los 90 y fue acusado de haber violado derechos humanos. La justicia investigó sin encontrar pruebas.

En 2000 se sublevó junto a su hermano Antauro contra el gobierno de Fujimori, ya debilitado por acusaciones de corrupción. Resultaron ambos apresados, pero luego de que Fujimori se fugara del país fueron amnistiados.

“El levantamiento no tenía ningún cálculo político, era simplemente defender el orden constitucional”, afirma.

Más adelante Humala dio un apoyo a la distancia a una asonada que protagonizó su hermano Antauro el 1 de enero de 2005 al tomar por asalto una comisaría en la localidad de Andahuaylas (sudeste), que acabó con la muerte de cuatro policías, para exigir la renuncia del presidente Alejandro Toledo.

Paradojas de la política: Toledo lo apoya ahora en esta segunda vuelta.

Actualmente está distanciado de Antauro, quien cumple 25 años de cárcel por la acción de Andahuaylas. También está alejado de otro hermano, Ulises, quien sostuvo hace poco que Ollanta es “un chavista disfrazado”.

Humala, nacido en Lima el 27 de junio de 1962, pertenece a una familia provinciana que profesa el nacionalismo y rinde culto al imperio inca. Por eso sus padres lo bautizaron Ollanta, nombre de un general inca.

Fiel a la tradición familiar, él y su esposa, Nadine Heredia, pusieron a sus hijas nombres quechuas: Illari (de 8 años) y Naira (6), que en el idioma de los incas significan “dulce amanecer” y “mirada profunda”. Un varón nacido en plena campaña electoral hace tres meses se llama Samin, “el que trae dicha y prosperidad”.

Su padre, Isaac Humala, fundó el ultranacionalista Partido Etnocacerista, que reivindica tanto la supremacía de los incas como el nacionalismo peruano a través de la admiración de Andrés Avelino Cáceres, héroe de la guerra con Chile en el siglo XIX.