Joseph Blatter, reelegido el miércoles en Zúrich como presidente de la FIFA, en el que será su cuarto y último mandato, afronta un período de gobierno 2011-2015 con la tarea de mejorar la imagen del organismo y acabar con las guerras internas que han surgido últimamente.

Blatter ha decidido, después de trece años en el cargo, emprender reformas en el organismo, comenzando por el sistema de atribución de los Mundiales, cuyas sedes serán designadas a partir de ahora por las 208 asociaciones nacionales en el congreso, en lugar de los 24 miembros del comité ejecutivo.

Además, creará un consejo de sabios, en el que podría estar el holandés Johan Cruyff, para tomar decisiones en temas escabrosos, mientras que la comisión de ética, en la que el secretario general de la FIFA jugaba un papel importante, será ahora más independiente, con miembros elegidos por el congreso.

La capa de pintura que quiere dar Blatter a todo el edificio de la FIFA, en el que han surgido varias grietas en los últimos meses, se asemeja un poco a la que dio el Comité Olímpico Internacional (COI) tras las casos de corrupción surgidos en la atribución de los Juegos de Invierno de 2002 a Salt Lake City.

Blatter se autoproclamó “capitán en la tormenta” de la FIFA después de lo vivido en los últimos tiempos para enderezar el rumbo de la nave.

Y es que a Blatter le esperan todavía días de tormenta antes de que ésta amaine. La federación inglesa es vista con desconfianza por buena parte de las asociaciones nacionales, que no le perdonan su política beligerante en el seno de la FIFA.

El presidente de la federación inglesa, David Bernstein, pidió un aplazamiento de las elecciones que confirmaron a Blatter como presidente, al considerar que los últimas denuncias de presunta corrupción en el seno de la FIFA aconsejaban cambios.

Blatter se ha encontrado con voces críticas, sobre todo en el seno de la UEFA, ya que la federación alemana de fútbol, por boca de Theo Zwanziger, pidió el miércoles que se reexamine el procedimiento de atribución del Mundial de fútbol 2022 a Qatar a causa de las sospechas de corrupción.

Por su parte, el francés Michel Platini, presidente de la UEFA, al que muchos ven como el sucesor de Blatter en 2015, ha manifestado en la FIFA hay demasiados políticos y tal vez pocos dirigentes que fueron antes futbolistas, como es el caso del antiguo jugador de la Juventus.

Además, los patrocinadores de la FIFA mostraron esta semana su preocupación por las denuncias de corrupción en su seno, como las acusaciones sobre el catarí Mohamed Bin Hammam y el trinitense Jack Warner por un presunto intento de compra de votos a favor del primero, que quería presentarse a la elección contra Blatter.

Bin Hammam fue más tarde suspendido y se retiró de las elecciones.

Los presuntos casos de corrupción en la campaña de atribución de los Mundiales de 2018 y 2022 a Rusia y Qatar también hicieron mella en la FIFA.

“Hemos mantenido contactos con los patrocinadores y me dijeron que confían en que yo vuelva a llevar la FIFA a aguas más tranquilas. Estaban preocupados, pero ninguno dijo que se retiraría”, tranquilizó Blatter.

El suizo tiene que calmar también la desconfianza de los miembros del comité ejecutivo, que han perdido parte de su poder con las primeras reformas que ha introducido Blatter.

El suizo recordó sin embargo, un día antes de las elecciones, que el comité ejecutivo los eligen las confederaciones y no él.

Por otra parte, habrá que esperar a las resoluciones finales sobre la suspensión provisional de Bin Hammam y de Warner, presidentes de la Confederación Asiática y de la Concacaf, para saber cuál es el futuro en la dirección de estas dos entidades.

Blatter tiene un duro trabajo: curar las heridas de los últimos meses e iniciar toda una serie de reformas. “No serán sólo toquecitos, serán reformas radicales y necesarias”, dijo Blatter en su anuncio de una nueva época.