Dicen que los hombres somos capaces de faltar a nuestra propia boda por no perdernos un partido de fútbol, o de inventar cualquier excusa para no ir al trabajo cuando hay una final de tenis.

Sin embargo todo aficionado al deporte debe tener un límite… que al parecer este padre desconocía. Noten como este fanático de los Dodgers alza entusiasmado en sus brazos a su hija durante un partido de béisbol.

Sin embargo bastó la posibilidad de atrapar una bola perdida para que simplemente deje caer a la pequeña y trate de agarrar la esférica.

Fue una doble pérdida, pues no se quedó con la bola ni con el cariño de su hija, la que no dudó en darle un codazo en represalia por el golpe.