Después de Estados Unidos, la Unión Europea (UE) decidió el lunes congelar los haberes del presidente sirio Bashar al Asad e imponerle una prohibición de visado y, también, acentuar la presión sobre Irán, su principal aliado regional, debido a su programa nuclear.

La UE decidió sancionar personalmente a Bashar al Asad por la represión de las protestas ejercida por el régimen sirio desde marzo pasado, que, según la ONU y Organizaciones No Gubernamentales, ha causado más de 900 muertos.

Los nombres de Al Asad y de una decena de responsables van a ser publicados en el Diario Oficial de la Unión Europea (UE), sumándose a una primera lista de 13 figuras clave del régimen sirio, entre ellos un hermano y varios primos del presidente, sancionados desde el 10 de mayo pasado.

Ese día la UE había decretado igualmente un embargo sobre las ventas de armas y suspendido la ayuda al desarrollo.

Esta decisión pone fin a un mes de discusiones difíciles entre los 27 países de la UE sobre la conveniencia o no de sancionar personalmente a Bashar al Asad.

En respuesta, Siria denunció las sanciones, calificándolas de injerencia en los asuntos internos del país y de intento de desestabilizar Siria.

“Siria denuncia las sanciones de la Unión Europea contra su pueblo en el momento en que intenta preservar su seguridad y entablar un diálogo nacional en el marco de reformas”, informó la agencia de prensa oficial Sana.

El ministro de Relaciones Exteriores sirio, Walid Muallem, denunció el lunes el “error” cometido por la UE decidiendo sanciones contra Bashar al Asad y su allegados, y calificó las medidas de nueva “página negra” para Europa, en entrevista a la televisión estatal.

“Es lo que hay que hacer”, dijo por su parte el lunes en Bruselas el ministro británico de Relaciones Exteriores, Willian Hague, al referirse a las sanciones.

El régimen sirio “debe seguir el camino de las reformas, no el de la represión”, agregó Hague.

Por el momento, Bruselas descarta adoptar sanciones generales contra Siria.

“Soy escéptico con relación a sanciones generales (…) que afecten a toda la población”, dijo el ministro checo de Relaciones Exteriores Karel Schwarzenberg.

Estados Unidos había dado el paso el miércoles pasado, después de que el presidente norteamericano Barack Obama dijera en su discurso sobre Oriente Medio que Al Asad debía elegir entre “liderar la transición y abandonar el poder.

Según Franco Frattini, jefe de la diplomacia italiana, hay que “mostrar que la única opción es continuar las reformas y cesar la violencia”.

Se trata también de acentuar indirectamente la presión sobre la ONU.

Hasta el momento, el Consejo de Seguridad no ha reaccionado con respecto a Siria debido a las reticencias chinas y rusas, pero el canciller francés Alain Juppé dijo que empezaba a esbozarse una mayoría para condenar al régimen de Al Asad.

La Unión Europea también adoptó sanciones contra Irán, principal aliado regional de Siria, en momentos en que las conversaciones sobre el programa nuclear civil iraní parecen un diálogo de sordos.

El Grupo de los Seis (o 5+1: Estados Unidos, Rusia, China, Francia, Gran Bretaña y Alemania) sospecha que Irán quiere dotarse de la bomba atómica, lo que las autoridades de Teherán desmienten.

Después de las sanciones adoptadas a mediados del 2010, seguidas de dos reuniones inútiles en diciembre y enero pasados, Irán respondió recientemente a una oferta de intercambio de combustible presentada por la jefa de la diplomacia europea Catherine Ashton.

La respuesta decepcionó a las grandes potencias que quieren concentrarse en el programa nuclear de Irán, mientras que el gobierno iraní desea ampliar las discusiones a temas de seguridad global, entre los cuales figura el armamento nuclear de Israel.

Las nuevas sanciones contra Irán conciernen a más de 100 empresas sospechosas de estar ligadas al programa nuclear y al programa de misiles balísticos iraní.