Luego del terremoto y tsunami que golpeó al centro y sur del país en 2010, surgieron iniciativas creativas y tecnológicas para que los niños de las zonas más afectadas no sufrieran el daño colateral de ver interrumpido largamente su acceso a la educación. Una de ellas fue “Aula virtual”, proyecto impulsado por la Liceo Mauricio Hochschild, de San Pedro de la Paz, que le permitió ingresar a la Red de Educación de Calidad contra la Pobreza.

El establecimiento de la Región del Bío-Bío, dirigido por Mauricio Ihl, fue una de las 13 escuelas que se sumaron este fin de semana a la Red, impulsada por el Área Educación de Fundación Chile, Diario El Mercurio y Fundación Minera Escondida, y que ya llegan a 73 en total, desde Ollagüe hasta Punta Arenas. También ingresó el Colegio Santa Bárbara, de Santa Bárbara, con un proyecto de modificación psicosocial cognitiva, indicó Tribuna del Bío-Bío.

La bienvenida a las nuevas escuelas se realizó en el marco del IV Seminario Internacional “¿Cómo acortar la brecha? La mejora escolar desde la sala de clases”, que se llevó a cabo en Santiago y que contó con la participación del académico canadiense Ben Levin, de la Universidad de Toronto, investigador en temas de cambio educativo, inequidad y pobreza.

Entre las 60 que ya integraban la Red se encuentran 8 de la Región: Escuela República de Grecia, de Chiguayante; el Colegio Abel Inostroza Gutiérrez, de Cabrero; la Escuela El Huachi, de Santa Bárbara; el Liceo Polivalente Mariano Latorre, de Curanilahue; el Liceo Isidora Ramos y el Liceo TP Dr. Rigoberto Iglesias, ambas de Lebu; la Escuela Arturo Hughes, de Coronel, y la escuela República de Israel, de Chillán.

El Liceo Mauricio Hochschild, del CEAT, Centro Educacional de Alta Tecnología, desarrolló un plan de acogida y contención para que los estudiantes más afectados por la catástrofe no vieran interrumpido su proceso educativo por un período indeterminado. Para ello, se flexibilizó el horario de entrada y salida de los estudiantes y se estableció un plan desarrolló que permitiera extender la acción del colegio más allá de las salas de clases, a través de una plataforma virtual para realizar trabajos complementarios y comunicarse con los docentes en horarios diferenciados.

El objetivo esencial del proyecto -según cuenta Luis Tillería, director del departamento pedagógico, fue “construir instrumentos para el aprendizaje y el refuerzo educativo, mediados por el recurso informático para extender la jornada escolar al hogar de nuestros estudiantes”.

Para desarrollar esta tarea se organizaron metodológicamente equipos de trabajo entre los estudiantes, contemplando a algún integrante que dispusiera de conexión a internet para compartir la ejecución de los trabajos con otros alumnos.

Por su parte, los docentes diseñaron guías de trabajo en sintonía con la planificación de aula y las actividades programadas de clases. Para reforzar la iniciativa se efectuó una alianza estratégica con el DUOC regional, para seleccionar, administrar y mantener desde el colegio una plataforma amigable gratuita y atractiva para los estudiantes.

Todo esto permitió generar alianzas entre los estudiantes, sus familias y otras instituciones para desarrollar la experiencia, con gran entusiasmo y compromiso de los docentes, lo que fue muy bien evaluado por la comunidad.

Los estudiantes lograron un cumplimiento de su carga curricular cercana al 80%, pese a las dificultades objetivas generadas por la catástrofe.