La UE aprobó el lunes una ayuda para Portugal y contempló nuevas concesiones a Grecia ante su cada vez más difícil situación financiera, en una reunión en la que trató de relativizar la ausencia del director del FMI, Dominique Strauss-Kahn, clave en los rescates de la Eurozona.

Los ministros europeos de Finanzas aprobaron un paquete de 78.000 millones de euros (110.000 millones de dólares) para Portugal, el tercer país de la zona euro en beneficiarse de un rescate internacional en un año, después de Grecia e Irlanda.

Los europeos financiarán dos tercios y el Fondo Monetario Internacional (FMI) el resto de la ayuda, que se distribuirá en tres años y estará supeditada a un severo plan de austeridad, siguiendo el mismo esquema aplicado para Grecia con un plan de 110.000 millones de euros e Irlanda (85.000 millones de euros).

Portugal deberá reforzar principalmente el capital de sus bancos, llevar a cabo privatizaciones y reformar el sistema de sanidad y la administración pública con el fin de reducir su actual déficit de 5,9% del Producto Interior Bruto (PIB) al 3% autorizado por Bruselas en 2013.

Al tiempo que daban luz verde al plan de rescate, los ministros europeos de Finanzas sopesaron una ayuda adicional a Grecia, que sigue sin salir del atolladero financiero. Su colosal deuda se prevé que este año alcance el 157% del PIB.

El jefe de fila de los ministros de Finanzas de la Eurozona, Jean-Claude Juncker, no excluyó que Grecia se beneficie de nuevos préstamos ni tampoco de una extensión de los plazos para reembolsar su actual deuda pública.

“No lo excluyo pero tampoco lo hemos decidido por ahora”, declaró Juncker interrogado sobre la posibilidad de un nuevo crédito para Atenas.

Tampoco “descarto algún tipo de reescalonamiento”, dijo el luxemburgués en referencia a la posibilidad de dar más tiempo a Grecia para que pueda devolver sus préstamos, una opción planteada previamente por Alemania y Austria.

La Comisión Europea también se mostró el lunes abierta “a modificaciones” del programa de préstamos, pero precisó que en ningún caso se contempla una reestructuración de la deuda griega, es decir, la asunción de que al menos una parte no será reembolsada, porque tendría “consecuencias devastadoras”.

“La reestructuración no está sobre la mesa, no es una opción”, destacó por su parte la ministra española de Economía, Elena Salgado, abogando por “esperar el resultado de la misión” conjunta que el FMI y la UE llevan a cabo en estos momentos en Atenas para poner en claro las cuentas del Estado.

El titular holandés, Jan Kees de Jager, contradijo en cambio a todos sus colegas: “Discutimos todo tipo de asuntos, incluida una reestructuración, pero en público somos muy reticentes a hablar de ello”, admitió.

En ese contexto, los ministros europeos se esforzaron en relativizar la ausencia de un interlocutor clave para un nuevo plan para Grecia, Dominique Strauss-Kahn, encarcelado en Estados Unidos por una presunta agresión sexual a una camarera de un hotel.

El escándalo “es inconveniente”, pero “no ralentizará” los programas de rescate, afirmó el titular holandés.

Strauss-Kahn es una “persona muy importante en el contexto internacional, pero el FMI está bien organizado y los trabajos siguen en marcha”, subrayó Salgado.

Tras anular una reunión el domingo en Berlín con la canciller alemana, Angela Merkel, para discutir sobre la situación de Grecia, Strauss-Kahn fue reemplazado en Bruselas por la directora general adjunta encargada de Europa del organismo, Nemat Shafik.

Merkel no dudó el lunes en reivindicar un liderazgo europeo del FMI, aún sin el francés.

Existen “buenas razones” para que Europa mantenga la dirección del FMI, dijo Merkel, pidiendo a la vez que se respete la presunción de inocencia de su actual director gerente.

Juncker, que se mostró “profundamente triste” y “decepcionado” por la inculpación de Strauss-Kahn, estimó “indecente que algunos gobiernos hayan iniciado este debate”, solamente dos días después de su detención.