España dio este viernes su último adiós a las nueve víctimas mortales del sismo que el miércoles azotó la ciudad de Lorca (Murcia, sudeste), en un funeral presidido por los Príncipes y el jefe del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero.

El heredero de la Corona española, Don Felipe de Borbón, y su esposa, Doña Letizia, saludaron uno a uno a los familiares de las víctimas antes de la ceremonia, celebrada en el recinto ferial de la localidad por el obispo de Cartagena, José Manuel Lorca Planes, con sólo cuatro de los fallecidos de cuerpo presente.

Las familias de las otras cinco víctimas han preferido despedir a sus allegados en ceremonias íntimas, alejadas de los focos y la notoriedad del funeral de Estado, aunque hubo representantes de todas ellas, junto a cientos de personas de la ciudad.

“En los pueblos todos nos conocemos. No podemos todavía creer este desastre. Es como si hubiera caído una bomba, pero Lorca es muy fuerte”, afirmó a la AFP, Marisol Lozano, de 54 años, que conocía a una de las víctimas, un adolescente de 14 años, y su familia.

La propia Marisol resultó herida levemente, mientras que su hijo sufrió heridas de mayor consideración, durante el terremoto de magnitud 5,1 que el miércoles asoló Lorca, causando más de 200 heridos e ingentes daños materiales, especialmente en el rico patrimonio cultural de esta ciudad.

El gobierno español, que decretó dos días de luto por la tragedia, tiene previsto aprobar este viernes una serie de medidas de ayuda a los afectados por el sismo y para la recuperación de la localidad.

“Vamos a hacer que Lorca recupere la normalidad cuanto antes y que los ciudadanos puedan tener una vivienda, provisional aquellos que la han perdido, y en el medio plazo la reconstrucción de su vivienda y el compromiso con las instituciones, edificios públicos y el patrimonio histórico de Lorca”, dijo Zapatero tras visitar las zonas afectadas antes de la ceremonia fúnebre.

Dos días después del terremoto que obligó a pernoctar fuera de sus casa a unas 15.000 personas, miles de ellas, sobre todos inmigrantes latinoamericanos y norteafricanos sin posibilidad de recurrir a familiares o segundas viviendas, tuvieron que pasar una segunda noche en la calle.

La mayoría de ellos pudieron hacerlo en las 3.500 camas habilitadas por la Cruz Roja y el Ejército en tiendas de campaña repartidas por los cuatro campamentos levantados al efecto, aunque un responsable de la Cruz Roja reconoció que algunos tuvieron que volver a pasar la noche al raso.

“Hemos tratado a muchos por el frío que pasaron al dormir al aire libre, dijo el coordinador de la Cruz Roja, Enrique García.

“Es mejor dormir en una cama, pero estoy malísima”, dijo a la AFP, Melina, una ecuatoriana de 33 años, que pudo dormir en una tienda de la Cruz Roja, aunque su marido y su hijo tuvieron que hacerlo fuera en unas sillas de plástico.

“No es igual que dormir en un piso”, dijo su compatriota, Segundo Mendoza, padre de dos niños, quien se queja de que “la tienda no es suficiente, no se está caliente, no hay agua, estamos sufriendo mucho”.

Mendoza afirma que su familia no ha podido volver a su piso, que está hecho “un desastre” tras el sismo, que afectó al 80% de los edificios de la localidad, según el alcalde Francisco Jódar, quien, no obstante, matizó que “el 90% no tiene daños estructurales”.

Los equipos de rescate seguían este viernes limpiando de escombros las calles de Lorca, después que el terremoto provocará fisuras, desprendimientos de fachadas y de cornisas en muchas de las edificaciones de Lorca, que siguen inspeccionando los técnicos para averiguar cuales son habitables y cuales no.

A última hora del jueves, se habían revisado un 40% de los edificios de Lorca, de los que sólo un 17% (unos 92 edificios) presentaban daños estructurales, según el consejero de Obras Públicas del gobierno regional murciano, José Ballesta.

Una de las principales preocupaciones es la rehabilitación del gran patrimonio cultural de la localidad, ya que el terremoto más mortífero en España desde 1956 tiró muros del castillo de la localidad del siglo XI y el campanario de la iglesia de San Diego, del siglo XVII, entre otros.