La pedofilia, el maltrato infantil, la violación de menores: “Polisse”, de la realizadora francesa Maiwenn, en concurso por la Palma de Oro, vuelca una mirada sobre el trabajo cotidiano de la Brigada de Protección de Menores (BPM) de la policía parisina.

La película de la actriz y cineasta de 35 años golpea con fuerza al espectador, a quien sumerge en el oscuro mundo de la BPM y en la cotidianidad de sus policías, que ella compartió un tiempo, para preparar su filme.

La primera película de las cuatro francesas que concursan por la Palma de Oro, y la tercera de la realizadora -que se llama Maiween Le Besco pero es conocida sólo por su primer nombre- es un viaje al lado más oscuro de la miseria humana, porque sus víctimas son criaturas indefensas.

En una rueda de prensa, la realizadora, que luchó por obtener una autorización para pasar un tiempo con la BPM, dijo que fue testigo de todo lo que retrata en la película, o se lo contaron los policías, lo cual le permite abarcar una gran variedad de problemas y abusos.

La idea del filme, que impresionó a los reporteros y críticos de cine que asistieron el viernes a la proyección, le vino al ver un documental sobre la brigada en la televisión francesa, en un momento en que se sentía algo deprimida.

“Me sedujo la pasión de esos policías por su trabajo. Comprendí rápidamente que cada uno de ellos tenía buenas razones personales para estar ahí”, dijo.

Interpretada por actores profesionales – Karine Viard, Joey Starr, Marina Foïs, Nicolas Duvauchelle, Sandrine Kiberlaine – con la excepción de un niño francés que conmovió a la sala con sus lágrimas, la película tiene un ritmo trepidante, y la intensidad de un documental.

La cinta, que será estrenado en Francia en octubre, se deja permear por la realidad imprevista, y es además un reflejo de la sociedad contemporánea francesa, mostrando familias africanas en la precariedad, campamentos de gitanos, tráficos prohibidos.

Maiwenn dijo que le había impresionado mucho “la banalización de la sexualidad entre los adolescentes, dispuestos a todo por un teléfono celular o un MP3″.

El filme muestra a una adolescente que confiesa haber aceptado mantener relaciones sexuales con varios compañeros de clase, que le habían robado su teléfono, para poderlo recobrar.

Otro de los personajes, también adolescente, critica con desprecio la idea que tienen los “viejos” policías de su sexualidad, sumamente precoz y audaz.

Algunas de las escenas más logradas son los retratos de los pedófilos que buscan restar importancia a sus desviaciones sexuales, provocando a veces la ira de los policías.

“Cuando se tratan este tipo de temas uno no puede ser aproximativo. Era necesario ser precisos, realistas y fieles, sobre todo en la manera de mostrar los interrogatorios”, declaró por su parte la actriz y coguionista Emmanuelle Bercot.

“Los policías se prestaron incluso a simulacros de interrogatorios” para que ella pudiese escribirlos.

Fue necesario un verdadero trabajo de investigación para construir a los personajes, ficticios, pero al mismo tiempo muy realistas.

De esta forma los diálogos oscilan entre la infinita precaución del lenguaje, cuando se trata de que un niño cuente los abusos que ha sufrido y que deben ser nombrados de la manera más precisa posible, y la crudeza del lenguaje entre los policías cuando están entre ellos.

“A causa de la presión que sufren, es una manera que tienen los policías de relajarse, contando sus cosas personales y bromeando con sus cosas más íntimas”, dijo la realizadora.