Ocho días después del ataque estadounidense que costó la vida a Osama Bin Laden en la ciudad de guarnición de Abbottabad, el ejército paquistaní impuso un cerco de silencio en torno al refugio, prohibiendo hablar a los vecinos y a los medios de prensa aproximarse.

El lunes, la policía impidió a Aurangzeb pasar por su calle en el barrio de Bilal Town, cuando llevaba a un amigo a casa de Haji Zain Baba, el viejo curandero del barrio que se cura las articulaciones dolorosas con sólo algunas diestras manipulaciones.

“Por más que les dije que mi amigo estaba lastimado, no quisieron saber nada y me respondieron que nadie estaba autorizado para pasar por allí” dijo el hombre.

Colmo de la mala suerte, la pequeña casa de adobes y latas de Haji Zain Baba, de 80 años, está adosada al muro del ahora célebre caserón blanco donde el 2 de mayo un comando estadounidense ubicó y mató a Bin Laden.

Horas más tarde, el ejército paquistaní había detenido al hijo de Haji Zain, Shamrez, que trabajaba de vez en cuando como jardinero en la “casa de Bin Laden”.

Finalmente fue liberado el viernes, pero salió convencido de no hablar a los medios informativos.

“Se fue de la ciudad, está muy lejos”, afirmó su hijo, Qasim Mohamed.

Después del sorpresivo anuncio de la muerte de Bin Laden, en esta ciudad, donde hay más de 10.000 soldados, los periodistas del mundo llegaron en masa a Bilal Town.

Tres días más tarde se podía contar hasta 500 periodistas y curiosos delante del portal del ahora mítico refugio.

Pero el ejército se hartó muy pronto de todos esos medios, de sus preguntas capciosas y de sus artículos donde lo presentan, en el mejor de los casos, como incapaz en materia de servicios secreto o, en el peor, como cómplice de Al Qaida.

A partir del jueves, entre 400 y 500 soldados y policías fueron enviados para acordonar el barrio.

“Sólo puedo salir de mi caso una vez por día, para comprar de qué comer”, relató un vecino.

“Y me prohibieron terminantemente hablar con los periodistas”, agregó.

Estos últimos, que esperan una hipotética apertura de la casa de Bin Laden, juegan a las escondidas con los uniformados, que pitean y se precipitan cada vez que ven uno que se acerca a menos de 500 metros de la casa.

Cuando no les obligan a borrar las fotos o vídeos que han tomado, antes de concluir con un “Váyanse”.

El policía Mohamed Zareen, que participa en el cerco de la zona, reconoce estar harto: “El ejército debería abrir la casa. Los periodistas verían y luego se irían. ¡Que ésto termine!”

Algunos periodista han recibido de las autoridades la orden de abandonar inmediatamente la ciudad, por falta de visa adecuada, o, como algunas cadenas de televisión que cesen de hacer reportajes en directo, que de repente fueron declaradas “ilegales”.

También hartos de la situación, cada vez más habitantes del barrio piden a la prensa que se vaya, temerosos de eventuales represalias.

“No me llame más a mi teléfono móvil, no debo hablar por teléfono”, dijo uno de ellos a la AFP, antes de cortar rápidamente.

Según fuentes policiales, el ejército ha detenido a al menos 25 personas en la ciudad en el marco de su investigación sobre la presencia del jefe de Al Qaida. Algunos han sido liberados.

El ejército, que según algunas fuentes prevé destruir la casa, guarda silencio al respecto.

Todas estas medidas, así como el silencio incómodo de los habitantes, dan curso a las sospechas: “¿El ejército esconde algo? ¿Bin Laden estaba aislado, o tenía un red local aún desconocida?”