Misrata, bastión insurgente del oeste de Libia asediado por las fuerzas gubernamentales de Muamar Gadafi, volvía a ser este domingo escenario de intensos combates, mientras los rebeldes de Bengasi esperaban armas de Italia.

Los combates se desarrollaban al oeste de Misrata, gran ciudad costera a 200 kilómetros al este de Trípoli, en la localidad de Burgueya, según un corresponsal de la AFP.

En el puerto, una enorme columna de humo negro salía de los depósitos de combustible en llamas después de un bombardeo el sábado en la mañana.

Un cohete GRAD impactó uno de los depósitos de combustible cerca del puerto, y el incendio de extendió a los depósitos vecinos.

Por temor de escasez comenzaba a haber colas en las gasolineras.

Las fuerzas leales a Gadafi “sólo destruyeron los tanques que estaban llenos”, declaró Ahmed Montasser, un combatiente rebelde.

“Alguien indicó la coordenadas exactas de los tanques que había que destruir”, agregó, denunciando la presencia de una “quinta columna” pro-Gadafi en la ciudad.

En la noche del jueves al viernes, un helicóptero de las fuerzas de Gadafi lanzó al menos 26 minas, provistas de paracaídas, que cayeron a la entrada de los muelles y del puerto, según el corresponsal de la AFP. Los rebeldes hicieron estallar la mayoría de ellas.

El sábado, la OTAN había confirmado que el jueves un helicóptero había violado la zona de exclusión aérea, sin explicar no obstante porqué sus fuerzas no habían intervenido.

Los habitantes aún no están sometidos a racionamiento, pero para obtener pan se necesita esperar durante mucho tiempo delante de las panaderías.

En el oeste de Trípoli dos fuertes explosiones resonaron el domingo cuando aviones de la OTAN sobrevolaban la capital libia, indicó un testigo a la AFP.

Las explosiones se escucharon por la tarde, indicó el testigo que vive a 14 km de Trípoli, subrayando que las deflagraciones fueron muy violentas. No fue posible identificar de momento los objetivos.

En la frontera con Túnez la tranquilidad regresó este domingo luego de los combates del sábado entre rebeldes y fuerzas gubernamentales a unos diez kilómetros del puesto fronterizo de Dehiba (Túnez).

Durante buena parte del sábado, obuses del ejército de Muamar Gadafi cayeron sobre las posiciones rebeldes que controlan la pequeña localidad de Gzaya y sus alrededores. Seis obuses cayeron en Túnez din causar víctimas ni daños.

El gobierno tunecino aseguró que tomará las disposiciones “necesarias” para “preservar la integridad de su territorio”.

En Bengasi, el vicepresidente del Consejo nacional de transición (CNT), órgano político de la rebelión, Abdel Hafiz Ghoga, afirmó el sábado en la noche que Italia entregaría armas a la rebelión.

En Roma, fuentes del ministerio de Relaciones Exteriores precisaron que Italia entregaría “material de auto-defensa” a los rebeldes, en el marco de la resolución 1973 del Consejo de seguridad de la ONU, que no obstante impone un embargo sobre las armas.

Lo mismo que Francia y el Reino Unido, Italia envió ya un grupo de consejeros militares a Bengasi (este), para ayudar a los rebeldes a organizarse.

Según Ghoga, el número de combatientes rebeldes en todo el país no supera los 3.000.

Según el fiscal de la Corte Penal Internacional, Luis Moreno Ocampo, el conflicto libio ha provocado ya miles de muertes. Y más de medio millón de personas, sobre todo trabajadores extranjeros, han huido del país desde mediados de febrero.

Algunos han tratado de huir por barco y unos 1.300 llegaron el domingo a la isla italiana de Lampedusa, después de otros 850 el sábado. Una de las embarcaciones encalló en la noche, pero todos los pasajeros fueron socorridos.