La comunidad internacional, y sobre todo Pakistán, se encontraba el martes en estado de alerta por temor a represalias de células de Al Qaida luego de la muerte en Pakistán de Osama Bin Laden durante una operación comando estadounidense.

Las advertencias de posibles represalias de Al Qaida se multiplicaron en las últimas horas y varios países reforzaron las medidas de seguridad.

Estados Unidos emitió un alerta a sus fuerzas de seguridad y cerró al público “hasta nuevo aviso” su embajada y consulados en Pakistán.

El director de la CIA, Leon Panetta, que piloteó la operación eliminación, advirtió que era “casi seguro” que los partidarios de Bin Laden iban a buscar venganza.

La ministra estadounidense de Seguridad Interior, Janet Napolitano, precisó sin embargo que no existía ninguna amenaza inminente de atentado en Estados Unidos y que por lo tanto el país no elevaba su nivel de alerta.

Los talibanes de Pakistán, aliados de Al Qaida, juraron que iban a vengar la muerte de Bin Laden, lanzando ataques contra objetivos estadounidenses y el gobierno paquistaní.

Pakistán, ensangrentada desde hace tres años por centenas de atentados de los talibanes y sus aliados, se prepara a vivir días difíciles en un contexto complicado.

Las autoridades son acusadas por Estados Unidos de doble juego en la lucha contra el terrorismo y al mismo tiempo deben tener en cuenta el sentimiento antinorteamericano de la opinión pública.

En Islamabad, como en las zonas sensibles de varias ciudades, la seguridad ha sido reforzada.

Más de 24 horas después de la muerte de “Gerónimo”, el nombre de código de Ben Laden para los comandos Navy Seals de la marina norteamericana, las autoridades seguían destilando con cuentagotas los detalles de la operación de 40 minutos que terminó con la vida del símbolo del “yihad internacional” del siglo XXI.

La Casa Blanca relató los minutos “largos como días” que vivieron Barack Obama, su vicepresidente Joe Biden y la secretaria de Estados Hillary Clinton, reunidos en la sala de crisis de la sede presidencial.

Las fotos muestran rostros graves y concentrados y en una de ellas Clinton se lleva la mano a la boca, como si estuviera inquieta.

Recién cuando Panetta transmitió el mensaje “Gerono was now EKIA” -Ben Laden es ahora un muerto en combate- distendió el ambiente.

“Lo pillamos”, exclamó Obama cuando supo que el análisis ADN había confirmado la identidad del muerto.

Al anochecer, Obama instó a los representantes y senadores estadounidenses a aprovechar la muerte de Bin Laden para sobrellevar sus diferencias y reformar la unidad que hubo después de los atentados del 11 de septiembre del 2001.

Bin Laden, nacido en 1957, murió en una casa de Abbottabad, ciudad situada a unos 80 km al norte de Islamabad, donde vivía escondido.

Murió de una bala en la cabeza disparada por los miembros de las fuerzas especiales estadounidenses, les Navy Seals que lanzaron el asalto.

El comando quería capturarlo vivo, pero Bin Laden “resistió durante el tiroteo, por lo cual tuvieron que matarlo”, indicó un responsable estadounidense.

El cadáver de Bin Laden fue arrojado al mar desde un portaaviones norteamericano que navegaba frente a las costas paquistaníes, se indicó.