A 14 y 10 meses de cárcel fueron condenados dos hombres bajo los cargos de “aprovecharse de personas en situación vulnerable”, luego de que fueran sorprendidos saqueando propiedades destruidas tras el terremoto del pasado 22 de febrero, que afectó la ciudad de Christchurch, en Nueva Zelanda.

El primer caso es el de Peter John Blissett, un operario de una fábrica de chocolate quien, junto a otro hombre, ingresaron a una casa marcada para demolición en Armagh, donde intentó apropiarse de un calefactor de agua hecho de cobre para venderlo como chatarra. Precisamente, la policía lo arrestó cuando estaba desmantelándolo.

Su abogada, Lucy Wright, argumentó en su defensa que Blissett quedó en una situación económica muy precaria tras el terremoto. “Sus horas de trabajo se habían visto tremendamente reducidas y se le estaba haciendo muy difícil llegar a fin de mes”.

Wright agregó que si su defendido era encarcelado, perdería definitivamente su trabajo como supervisor de producción en la fábrica de chocolates donde trabaja y que se vería afectada la relación familiar con sus nietos.

Sin embargo el juez Brian Callaghan juzgó que el hombre se había “aprovechado de personas en situación vulnerable”, agregando que su acción también habría puesto en riesgo a rescatistas, en caso de que un nuevo movimiento sísmico lo hubiera sorprendido al interior de la estructura, detalla el portal Stuff.co.nz

En el segundo caso, Richard James Alexander, un desempleado de 38 años que ingresó a un almacén colapsado, desde donde robó dulces y bebidas por valor de 200 dólares neozelandeses (cerca de 75 mil pesos chilenos).

Además, se levantaron cargos contra Alexander por porte de herramientas para realizar robos, así como de implementos para abuso de drogas. Fueron vecinos de la propiedad afectada quienes llamaron a la policía para que lo detuvieran.

“Él considera su delito como recolección de objetos abandonados, pero entiende que no debió haberlo hecho”, dijo en su defensa la consejera Moana Cole.

Pero de forma similar al caso anterior, el juez Callaghan lo condenó a 10 meses de cárcel, sin embargo le dejó la posibilidad de postular a que su sentencia pueda ser cumplida en reclusión domiciliaria.