Francia y Estados Unidos abogaron el jueves en una reunión de ministros de Finanzas del G20 en Nankín (este de China) a favor de tasas cambiarias más flexibles y una mayor coordinación contra la volatilidad de los mercados.

Al abrir un “seminario de alto nivel” impulsado por la presidencia francesa del G20, el jefe de Estado galo Nicolas Sarkozy presentó a grandes trazos la reforma que quiere impulsar en el sistema monetario mundial, que incluye un papel más importante y mayores medios de intervención para el Fondo Monetario Internacional (FMI).

En ese marco, Sarkozy propuso incluir al yuan chino en la canasta de los derechos especiales de giro (DEG), inventada en 1969 para servir de activo de reserva internacional para el FMI y compuesta actualmente de cuatro monedas (dólar, euro, libra y yen).

“¿No es ya tiempo, ahora, de ponernos de acuerdo sobre un calendario de ampliación de la canasta de DEG a nuevas monedas emergentes, como el yuan?”, dijo Sarkozy ante los ministros de Finanzas, gobernadores de bancos centrales de las principales economías industrializadas y emergentes, y profesores de economía reunidos en la ex capital imperial china.

Esto “permitiría al FMI ayudar a Europa y a otros países que tienen dificultades financieras”, declaró.

El presidente francés no precisó si la convertibilidad del yuan, que China dice querer poner en práctica aunque se niega a presentar un calendario, es una condición previa a la ampliación de la canasta del DEG.

De su lado, el secretario de Estado norteamericano, Timothy Geithner, insistió en la necesidad de “políticas flexibles de tasas de cambio para absorber mejor los golpes al permitir a las políticas monetarias adaptarse a las situaciones de cada país”, según el texto de un discurso transmitido a la prensa.

De este modo, Geithner hizo una clara alusión a China, que tiene una presión inflacionista vinculada por la enorme acumulación de reservas cambiarias.

Geithner también subrayó que los otros países emergentes sufrían la ausencia de flexibilidad del yuan.

“La asimetría” de las políticas cambiarias “amplía la presión al alza sobre las tasas de cambio (de monedas) de los mercados emergentes autorizadas a moverse”, declaró.

Estados Unidos y los principales socios comerciales de China le reprochan de no permitir que el yuan se aprecie como debiese teniendo en cuenta el fuerte crecimiento de la segunda economía mundial, lo que provoca desequilibrios.

De su lado, Francia querría definir un código de buena conducta para los controles de capitales a los cuales pueden estar tentados de recurrir los Estados para enfrentar una volatilidad demasiado grande de los mercados.

Presente en la reunión, el viceprimer ministro chino Wang Qishan subrayó que su país va a “trabajar con el resto” de la comunidad mundial “para garantizar que el orden económico internacional evolucione hacia una mayor justicia y equidad, hacia un sistema en el que todos ganen”.

Para China, la principal fuente de los desequilibrios mundiales reside en la política monetaria muy acomodadiza de Estados Unidos, que mantiene tasas de interés muy bajas y provoca así el flujo de capitales hacia los países emergentes.